Un duelo marcado por la baja concentración defensiva

DEPORTES

10 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Deportivo y Valencia escenificaron en Mestalla un partido extraño, condicionado por el empeño de los dos equipos en encadenar monumentales despistes defensivos que tiraron por tierra sus planteamientos tácticos iniciales.

El Dépor, mal colocado en el primer tiempo (bien en el segundo), se fue del envite por una extraña pájara en la retaguardia, y regresó a él gracias a que el Valencia tiró su ventaja por idéntico procedimiento, un desajuste que rayó en lo ridículo.

El Dépor del batiburrillo inicial salió airoso del primer round gracias a que el colegiado no vio ni la mano de Filipe en el área ni la de Manuel Pablo, dos penaltis claros. Pero empecinado en crearse problemas, el equipo concedió espacios a un Arizmendi de poderosa zancada que recorrió el campo entero para realizar uno de sus extraños remates en área rival. Lo que le salió fue más bien un pase que Mata llevó a la red ante las pasividad de la defensa, que dejó libre de marca al delantero, y del portero, que se confió en un balón que parecía que se iba fuera, pero que acabó en los pies del atacante y, a continuación, en la red.

Más problemas defensivos para el Dépor en el segundo palo. De nuevo la zancada poderosa de Arizmendi, que ganó la línea de fondo y sacó un gran centro que se tragó Aouate. A la espalda del portero encontró el gol Villa, también libre de marca. Se quedó Manuel Pablo y no llegó Lopo. Incomprensible.

Pero este escenario dramático lo transformó el Valencia en comedia rápidamente. Primero canta el portero Hildebrand, que se adelanta a un envío de Sergio y lo convierte en gol para sorpresa del centrocampista, que había buscado el centro.

De inmediato, la zaga valencianista, como había hecho antes la del Deportivo, deja sin marca en el área a un delantero (Lafita), que lleva a la red un buen pase de Wilhelmsson. Tablas en errores de bulto y en goles.

A partir de ese momento los roles quedaron más definidos, con el dominio local y el intento de contragolpe visitante. Parecía que el primero que acertase se llevaría el partido. Ninguno lo hizo.

Koeman metió extremos natos para abrir el campo, pero su Valencia fue incapaz de conectar con ellos. Y el Deportivo tuvo dificultades para buscar la contra porque todos los desmarques de Xisco fueron de apoyo, no de ruptura, lo que ralentizó la transición ofensiva y frenó los intentos de contra blanquiazules. Tampoco Riki ofreció soluciones en ese sentido y el partido se diluyó hasta acabar en un justo empate a errores.