El Celta cae en Las Palmas tras un final taquicárdico y decepcionante

Víctor López

DEPORTES

Canobbio envió dos balones al poste y marró un penalti en el minuto 98 tras hacérselo repetir el colegiado

24 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La cuarta derrota en dos meses de competición ha dejado al Celta contra las cuerdas. Solo las matemáticas impiden al celtismo ver a su equipo definitivamente noqueado. Los números siguen concediéndole opciones pero las vibraciones que transmite son desesperanzadoras. Un final de partido marcado por una polémica actuación arbitral solo sirvió para acrecentar la profundidad de sus heridas. Canobbio con el tiempo cumplido estrelló una pelota contra el palo y otra, en el lanzamiento de un penalti, fue a parar a las manos de Santamaría tras obligarle el árbitro a repetir el lanzamiento. En el primero engañó al meta, pero en el segundo marró.

La solidez defensiva fue la máxima que López Caro quiso imponer desde su llegada a Vigo para reconducir a los celestes. En partidos como los de Gijón, Málaga, Alicante, o San Sebastián, la tuvo ante rivales de entidad, pero desde que se inició el 2008 la ha perdido. Un conjunto que recibe tantos goles, la mayoría por errores propios, no puede aspirar a nada.

Tras iniciarse el partido, ya se vio que la contundencia en ataque del Las Palmas le traería problemas. Un par de errores de Rubén sirvieron para ponerle el encuentro en bandeja. El primero lo subsanó Lequi, pero en el segundo no hubo enmienda y el lucense Trashorras abrió el marcador.

A un bloque moralmente escaso de estímulos, este tipo de varapalos le resultan insalvables. Los locales pudieron aumentar su ventaja con otra oportunidad por un nuevo desajuste propiciado por Rubén, que esta vez no aprovechó Adrián por la buena intervención de Esteban. También el árbitro le alargó la vida con un penalti que no señaló tras una clara mano de Quincy dentro del área.

La ayuda arbitral incluso pudo ocasionar el empate al dar por válido un remate de Canobbio en el que se ayudó de la mano, pero el balón se estrelló con el poste. No hubiese hecho justicia con lo expuesto sobre el campo. La imagen de desidia que ofrecían los célticos merecía un castigo mayor del que se llevaron al descanso. Seguían vivos y con minutos por delante para revertir las penosas sensaciones que despertaron.

En el comienzo de la segunda mitad, se atisbó una reacción visitante. Un buen pase de Quincy a Perera dejó al extremeño dispuesto para marcar. El inesperado debutante Santamaría lo evitó. El meta suplente del filial canario, se había ganado la titularidad y poco después un pasaporte hacia la gloria.

Los insulares tuvieron la oportunidad de sentenciar el partido con un grave fallo, esta vez de Lequi, en el que Marcos Márquez no pudo con el meta céltico. Con este panorama urgían los cambios en el Celta. Su entrenador sacrificó a Jorge para retrasar la posición de Canobbio y jugar con dos puntas con la inclusión de Okkas. Núñez entró para refrescar la banda derecha. El cuadro vigués se fue diluyendo en la mediocridad de su fútbol. El cambio al 4-4-2 no le supuso ninguna mejoría.

Los canarios dominaron con una placidez sonrojante. Un conjunto en puestos de descenso contra otro que pelea por volver a Primera, y los papeles invertidos. Los dos últimos cartuchos mencionados de Canobbio hubiesen maquillado lo sucedido. El colegiado alargó nueve minutos, pitó un penalti dudoso, pero ni todo esto fue suficiente. Era irremediable.