El Deportivo serena sus nervios con un triunfo terapéutico ante el Betis

DEPORTES

17 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Terapia de choque. El Deportivo serena sus nervios sobre el diván de Lotina después de una victoria balsámica con la que respira hondo tras contener el aliento durante dos primeras jornadas asfixiantes. El triunfo frente a un Betis muy flojo permite tomar aire también a la afición, con tantas dudas sobre las posibilidades del equipo, que ayer sólo presenciaron el duelo de Riazor diez mil personas.

Esta vez, el equipo arrancó el partido en primera. Incomparable en relación con el ridículo frente al Almería. Las líneas, bastante más juntas; el balón, a ras de suelo gracias a los apoyos y toques constantes de Verdú, y movilidad y presión en los hombres de arriba.

Con esa receta y un inicio más agresivo, el Dépor embotelló al Betis y lo puso patas arriba sin demasiado esfuerzo. Cuando el rival tapaba bien a los atacantes y no los dejaba recibir, el equipo coruñés no perdía los nervios y mandaba en largo pero con sentido hasta los tres cuartos de campo, donde ganaba casi todos los rechaces y forzaba faltas peligrosas.

El partido pintaba bien y el gol no tardó en llegar (minuto 8) tras una indecisión pueril de la zaga del Betis. El balón, puesto en juego mediante un saque de banda, se paseó por el área de Ricardo sin que nadie despejase. Guardado fue el más rápido en disparar y metió el pie para empujar el esférico a la red en un gol de pillo. Era su primer tanto oficial en Europa.

Mediado el primer tiempo bajó de intensidad el equipo, que entregó el balón a los béticos. Apareció el peligro, y José Mari y Sobis dieron chollo a Lopo y Coloccini. El público se puso nervioso y Sergio pagó los platos rotos con pitadas en cada balón que tocó. No es que el catalán estuviese finísimo, pese a la inyección de autoestima del doctor Lotina al final del partido, pero también es cierto que tuvo días bastante peores.

Tal vez la amenaza de bronca espoleó a los coruñeses, que reaparecieron antes del descanso para poner en evidencia la fragilidad defensiva del Betis, inédita en un equipo de Cúper, el Caparrós criollo, con permiso de Bilardo.

Verdú conectó bien con Lafita y Guardado, Barragán y Manuel Pablo aparecieron en las bandas y los verdiblancos lo pasaron de pena en los envíos al área, porque Riki, que no es precisamente Taborda, los ganó casi todos, aunque le faltó algo de puntería. Lotina se percató enseguida del negocio y cambió de banda a los interiores para buscar aún más centros.

El Dépor sacó la taquicardia fuera del área porque redujo al mínimo los despistes defensivos de los dos primeros encuentros. Con una excepción, un saque de Ricardo que dejó solo a Capi frente a Aouate con Barragán en las nubes.

Como figuraba en el guión, la contra se convirtió en el arma del Dépor cuando el tiempo se echó encima del Betis. En la mejor, Guardado asistió a Verdú, que mandó el balón al palo. Sólo la incertidumbre del marcador mantuvo vivo al rival.