Una canasta de uno de los mejores jugadores que hoy en día actúan en el baloncesto europeo, el base del CSKA Moscú ruso Theos Papalukas, salvó a Grecia de la eliminación a seis segundos del final de un partido que Eslovenia tenía en el bolsillo y que daba la mejor clasificación de su historia. Pero Grecia es Grecia. Estaba perdida. Perdía 58-42 a seis minutos del final. No tenía el control de la situación después del primer tiempo y, sin embargo, resurgió de sus cenizas para reivindicarse como lo que es, la campeona de Europa, la subcampeona del mundo y, por extensión, el rival de España en semifinales ( 19.00 horas; La Sexta ).
Los griegos plantearon el choque con todas las precauciones para llevarlo al terreno en el que ahora, en un estado de forma inferior al de hace un año en Japón, podían hacer más daño al cuadro de Ales Pipan, que ha puesto uno de los estilos más dinámicos del torneo y se siente bien cuando abundan los puntos, la velocidad y el arrojo.
Grecia tiene una virtud incuestionable: sabe mandar en el ritmo. Siempre lo ha hecho. En el mundial japonés jugó de forma diferente casi en cada partido, adaptándose a las peculiaridades del rival, sin que eso significase renunciar a su propia filosofía, que es, precisamente, mimetizarse para romper los principios del modelo que usa su oponente.
Los griegos consiguen desnaturalizar a los equipos que se les cruzan por el camino. Les llevan a su terreno, les hacen comulgar con una forma de jugar que siempre es la opuesta a la que predica el equipo de enfrente. Pero este año no funciona igual, le falta esa pizca de acoplamiento, sobre todo frente a un rival joven y con calidad. Por eso los griegos sufrieron durante cuarenta minutos. Eslovenica tuvo el pase a semifinales en la mano, pero se les fue sin ni siquiera enterarse de lo que había pasado.
Grecia rebosa oficio, saber estar, rezuma inteligencia y, aunque menos acoplada, dispone la misma categoría individual y colectiva de antaño. Y tiene mucha fe, la sufiente para darle la vuelta a un 41-28 y destrozar en un último parcial de 4-21 a un rival que se fue muy tocado. Hoy, greigos y españoles rememorarán la final del Mundial.