Carlos Manuel Escribano Subías, nuevo titular de la diócesis de Teruel, nació en la capital de Bergantiños
28 sep 2010 . Actualizado a las 11:44 h.«Si hay tardes bonitas en la vida de una diócesis, la del 26 de septiembre del 2010 queda, en los anales de la historia, como una de las más entrañables». Así presentaba ayer la diócesis de Teruel y Albarracín la ordenación de Carlos Manuel Escribano Subías como nuevo obispo. El acto, multitudinario, se celebró el domingo en la catedral turolense, presidido por otro gallego y buen conocedor de la Costa da Morte, el cardenal Antonio María Rouco Varela, junto al nuncio del Papa, el arzobispo emérito de Zaragoza, otros tres arzobispos, veinte obispos y más de 200 sacerdotes.
El templo estaba abarrotado, con más de 2.000 fieles llegados de Zaragoza, Monzón, Madrid y los propios feligreses de Teruel.
Carlos Manuel Escribano fui designado obispo por el papa Benedicto XVI el pasado 20 de junio, sucediendo a José Manuel Lorca Planes. Llegaba así a una de las cumbres eclesiásticas un hombre nacido en Carballo el 15 de agosto de 1964. Es, por tanto, muy joven para ese puesto, pero más aún si se tiene en cuenta que llegó al sacerdocio tarde, a los 32 años, tras licenciarse en empresariales y trabajar en lo suyo durante un tiempo. La carrera, por tanto, ha sido meteórica.
El obispo hablaba sobre ello recientemente, en una entrevista realizada por José García Gondar en el programa A voz da Igrexa , de Radio Voz Bergantiños, además de en una entrevista posterior en La Voz de Galicia. Su nacimiento en la capital de Bergantiños, igual que la de otros tres hermanos, se debió a que sus padres, aragoneses los dos, se habían establecido en la localidad, donde el progenitor tenía trabajo en las antiguas minas de caolín de la compañía Mins. Poco duró su vida en Galicia: a los pocos meses de nacer, su madre falleció, el padre cambió de trabajo y la familia se volvió a Aragón. No obstante, y a pesar de los pocos años transcurridos, tan solo seis, recordaba que en su casa siempre se habló con especial cariño de la estancia en Carballo, lugar que se ha comprometido a visitar en cuanto le sea posible.
Carlos Escribano se ordenó sacerdote el 14 de julio de 1996. Hasta el 2000 estuvo en la parroquia de Santa Engracia de Zaragoza; hasta el 2008, en la iglesia de El Sagrado Corazón, entre otras responsabilidades, y desde entonces ha ejercido responsabilidades docentes y organizativas, además de regresar a Santa Engracia.