Rachas de viento de hasta 147 kilómetros por hora azotaron con intensidad toda la Costa da Morte
15 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El temporal que en la madrugada de ayer azotó la Costa da Morte dejó un rastro muy visible: centenares de casas sin luz y teléfono, carreteras cortadas durante unas horas, destrozos en algunas viviendas, en colegios, galpones o elementos patrimoniales, como iglesias o cruceiros. Afectó a casi todos los municipios de la Costa da Morte, pero más a unos que a otros. Entre los primeros, Fisterra, Muxía o Cee. Pero incluso entre las mismas fronteras locales hubo grandes diferencias, como si el viento escogiera sus propios caminos y dejando intacto el resto.
La tormenta, de la que no había ningún aviso, llegó sobre las 1.30 de la madrugada del miércoles al jueves, con la mayor parte de la población ya durmiendo. Muchos se despertaron con el fuerte zumbido del viento. Algunos de los testimonios recabados, y que recuerdan ciclones como el del Klaus, explicaron que su intensidad parecía similar.
La tormenta obligó a trabajar a destajo a los miembros del Grumir y a los voluntarios de Protección Civil, muchos de los cuales aún tienen presentes las largas jornadas de trabajo del reciente temporal de nieve. Esta vez les tocó cortar centenares de árboles, en su mayoría pinos, que obstruían la circulación. En Muxía, contaba el alcalde, Félix Porto, que desde las 5.30 de la mañana tenía a todos sus hombres repartidos por el municipio. El regidor fue especialmente críticos con los servicios autonómicos de emergencia, por la imposibilidad de contar con ellos, y generoso al destacar la ayuda de los bomberos de Cee. El estado de sus carreteras era caótico, especialmente la que une Merexo con O Lago.
En el mismo municipio, en Suxo, una granja de vacas se quedó en parte sin techo. Las tejas volaron por todas partes. Y la caída de árboles provocó algunos accidentes de tráfico, aunque por fortuna no hubo que lamentar daños graves. Los materiales sí fueron cuantiosos. Sobre todo, el tejado que quedó completamente destrozado en el lugar de A Armada, en Cee, tras la caída de una acacia. Sus dos inquilinos podían contarlo ayer, aún con el susto.