Una emigrante gallega se convierte en la primera extranjera en presidir el Parlamento de Ginebra
CARBALLO
La investidura de Bolay en el Parlamento de Ginebra tuvo tintes de acto de Estado
28 dic 2007 . Actualizado a las 19:18 h.Dolores Cruz Cousillas, desde hace años Cruz de Bolay, natural de Corme, ya es la presidenta del parlamento cantonal de Ginebra, del Grand Conseil. Es la primera inmigrante que logra tal puesto, de la máxima relevancia en la Confederación Helvética. No sólo por el cargo, algo ya insólito para un no suizo, sino porque el de Ginebra es uno de los principales del país (hay un total de 23) por historia, economía, población o influencia.
La ceremonia solemne tras la que resultó elegida tuvo tintes de acto de Estado, tanto por el puesto como por la presencia de autoridades. Hasta el Parlamento, un hermoso y discreto edificio situado en la parte vieja y alta de la ciudad, próximo a la catedral, se desplazaron expresamente, entre otras autoridades, el embajador de España en Suiza, el embajador de la Misión Permanente de España ante las Naciones Unidas, el cónsul general de España en Ginebra y el secretario xeral de Emigración de la Xunta de Galicia.
En su discurso, Dolores Cruz realizó frecuentes alusiones a la emigración: «Hoy es una fecha importante, y podemos decir que se ha dado un paso más, no por haber sido elegida yo, sino porque por primera vez una emigrante de la primera generación se convierte en la primera ciudadana del cantón», señaló la diputada. Esta elección (68 votantes presentes de 88 totales, y ningún voto en contra) es también «un mensaje de reconocimiento para todas y todos los que, como yo, eligieron algún día vivir en este país, fuesen cuales fuesen las circunstancias que le incitasen a hacerlo».
Loly Bolay glosó además las numerosas virtudes, históricas y presentes de Ginebra, como excepcional lugar de acogida ya desde el siglo XVI, y del «orgullo» que supone tener en su territorio a habitantes de numerosas nacionalidades.
Habló además de lo que supone la integración: reconocer la cultura y la identidad del otro y darle los derechos para que viva de manera digna, sin perder su identidad, pero mostrando el respecto hacia las leyes y hábitos del país en el que vive.