Cuarenta mariscadoras del pósito meco salieron a limpiar el litoral
10 ago 2011 . Actualizado a las 10:34 h.O Grove revivió ayer, aunque a mucha menor escala, uno de los episodios más negros de su historia. A primera hora de la tarde una mancha de chapapote tocaba en la recortada costa de la península meca, salpicando arenales y rocas en un tramo de algo más de dos kilómetros, entre la playa de Rons y el puerto de O Corgo.
La mancha que arribó a O Grove había sido detectada a mediodía flotando en la ría. En concreto, en el polígono D, entre bateas de mejillón. Las alarmas sonaron de inmediato, y hasta la zona se trasladaron medios de Gardacostas y de Salvamento Marítimo. Los encargados de ambos departamentos, en coordinación con la Consellería do Mar, llegaron a barajar la posibilidad de desplegar barreras anticontaminación para frenar el avance de la mancha por la ría, pero finalmente esa opción fue descartada.
Vientos y corrientes
Sin obstáculos en su camino, la mancha de chapapote siguió su avance. Los vientos y las corrientes la encaminaban hacia O Grove, lugar al que finalmente arribó a primera hora de la tarde. El alcalde de esta localidad, Miguel Ángel Pérez, era consciente de lo que se avecinaba, ya que desde la Xunta le habían comunicado el riesgo de que el chapapote tocase tierra en la península meca. La advertencia se consumó, principalmente, en la playa de Rons, hasta donde llegó una importante sucesión de galletas de la sustancia oleaginosa, de la que ayer aún no se conocía su origen.
La llegada de la mancha activó un amplio dispositivo. Cuarenta mariscadoras de la cofradía de O Grove, organizadas en distintos grupos, se calzaron las botas y comenzaron los trabajos de limpieza. Se concentraron en Rons -playa que fue cerrada al baño por el Concello meco temporalmente- pero su actividad se extendió por toda la costa afectada.
Los esfuerzos tuvieron que redoblarse en la zona de O Cubeiro, detrás de la casa de la Tercera Edad de O Grove, hasta donde había llegado una mancha de una considerable magnitud. De hecho, los trabajos desarrollados en ese punto permitieron llenar hasta la mitad uno de los contenedores de obra habilitados por el Concello para facilitar la vuelta a la normalidad de la costa grovense. Más recipientes de esas características fueron repartidos por otros puntos, a fin de facilitar el trabajo de las mariscadoras.
El biólogo de la cofradía de O Grove, Jesús Otero, quiso destacar ayer la excelente respuesta dada ante la emergencia, y que fue posible gracias a una «boa coordinación co Concello e co concelleiro de Limpeza». Según explica el trabajador del pósito, «nós tiñamos a man de obra para facer o traballo, e eles tiveron a capacidade de xestión para facilitarnos os medios e os contenedores».
Jornada maratoniana
Pese a ello, al cierre de esta edición, los trabajos de limpieza continuaban en las zonas afectadas por este vertido negro. También continuaban abiertas todas las hipótesis sobre el origen de esta nueva mancha contaminante aparecida en el corazón de la ría de Arousa, que presume de ser el mar más rico del mundo. Un derrame accidental del alquitrán que estuviese utilizando algún bateeiro o el sentinazo de algún barco son dos de las opciones que ayer se barajaban tanto en O Grove como en el resto de puertos pesqueros de la comarca.