El principal problema se focaliza en la vertiente norte del edificio, expuesta al mar y a las variaciones térmicas
18 ene 2008 . Actualizado a las 04:21 h.El evidente deterioro de la fachada del auditorio municipal de Vilagarcía, inaugurado hace apenas cuatro años, es uno de los problemas que durante los últimos meses ha traído de cabeza a la concejalía de Cultura. Finalmente, y tras varios tiras y aflojas, será la Xunta la que asuma la reparación del exterior del inmueble, cuya degradación ha motivado la instalación de un perímetro de seguridad e incluso ha llevado al bipartito que gobierna la capital arousana a plantearse el cierre temporal de las instalaciones. El compromiso alcanzado por el teniente de alcalde y responsable municipal del área, Xosé Castro Ratón, con la Dirección Xeral de Urbanismo indica que será el departamento autonómico quien lleve a cabo la restauración, mientras el Concello colaborará en el desarrollo de otro tipo de actuaciones.
La intervención de la Consellería de Obras Públicas y Política Territorial para atajar esta situación de riesgo tiene su lógica, pues al fin y al cabo de ella partió el proyecto de construcción del auditorio. La idea surgió en el 2000, cuando el lalinense Xosé Cuíña dirigía el departamento autonómico.
Cualquiera que decida dar un paseo por el exterior de las instalaciones podrá observar diversos huecos entre las losas de pizarra que definen la fachada. Algunas de ellas están depositadas, incluso, en el suelo. No se trata de piezas que se hayan desprendido sin más, sino de aquellos elementos que los servicios municipales han ido retirando tras comprobar que corrían el peligro de una caída inminente.
De la evaluación que los arquitectos municipales han realizado sobre el problema se extrae que la causa de este proceso de deterioro se encuentra no tanto en el sistema de sujeción (cada una de las losas tiene ocho puntos de apoyo) como en las características estructurales de la pizarra, un material que tiende a la inestabilidad en determinadas condiciones.
El hecho de que la zona más afectada sea la vertiente norte del edificio diseñado por César Portela no es casual. Esta es, de hecho, la fachada expuesta al mar y, por lo tanto, a la continua corrosión del salitre. Las variaciones térmicas a las que está sometida esta parte, que azotan los vientos más fríos, también son importantes. Todo ello ha contribuido a degradar las piezas de pizarra hasta situar a muchas de ellas al borde del desprendimiento.
Entretanto la Xunta no aplique el tratamiento adecuado para restituir la fachada a sus condiciones óptimas, el Concello mantendrá el vallado de seguridad y las inspecciones de los servicios técnicos.