Minibús eléctrico: «¡Ohhhhh!»

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús Fuente VIGO /L A VOZ

VIGO

El paso del vehículo por la rúa Real se convierte en un atractivo para los turistas que lanzan una exclamación cada vez que sortea un balcón

27 may 2011 . Actualizado a las 11:38 h.

«¡Ohhhhhhh!», exclamaban ayer los pasajeros del Independence of the Seas que abarrotaban el minibús eléctrico. A medida que el vehículo se adentraba en la rúa Real y sorteaba un balcón tras otro los alaridos subían de tono como si se tratara del baile de un paso de Semana Santa. Y es que el tránsito por este estrecho vial del Casco Vello se ha convertido en todo un atractivo sin quererlo. De ello da buena cuenta Norma, la experimentada conductora que ayer por la mañana echaba el resto al volante.

«Lo que más les impresiona es la calle Real, también A Ferrería», explica, mientras clava los ojos en la calzada para avisar a los peatones de la presencia del vehículo. «Es muy silencioso y a veces la gente que va por la calle no lo oye», sigue comentando. Norma, toda amabilidad, indica al llegar al Sireno: «Shopping», a lo que los turistas británicos repiten agradecidos: «Shopping, shopping, shopping», apuntando con el dedo. La conductora pone en marcha la rampa en una parada para facilitar el acceso a un turista con silla de ruedas. Sube también Elisa, una voluntaria de Turismo, que acompaña a los viajeros por amor al arte. «He vivido en muchos países y conozco varios idiomas; vengo un par de horas, no solo por practicar, porque eso lo puedo hacer leyendo libros, sino porque me gusta la gente y hablar con ella en su lengua». En efecto, aprovecha su labia políglota para mostrar a los viajeros el edificio del Concello y el parque de O Castro, mientras que al pasar por A Ferrería les ruega pudorosa que no giren la cabeza. Al preguntar a los usuarios su opinión sobre el minibús eléctrico responden al unísono: «Excellent!».

Pero no solo los turistas hacen uso del servicio. Los vecinos del Casco Vello lo utilizan para desplazarse al centro de salud o al mercado de O Progreso. Es el caso de Elisabeth Petrovic, uruguaya de padres croatas y vecina del barrio histórico vigués, que con su hija se apea en la puerta de la plaza de abastos. Ambas están encantadas con el invento, es la segunda vez que lo utilizan y piensan repetir. Explican que en el barrio hay mucha gente mayor y que el bus supone un alivio. Y eso que, pese a llevar un mes en activo, mucha gente del barrio aún no se ha enterado de su existencia, ni de que en los primeros treinta días el servicio es gratuito.