Dos obras componen la exposición que Antía Moure inauguró anoche en la sala Zona C, Grandes batallas, un mural que muestra un fenómeno atmosférico en tres superficies y la escultura de un pozo de madera que contiene los deseos, rodeado de un laberinto de ramas que además cortan el espacio. Todo envuelto en una atmósfera «onírica».
-¿Por qué el nombre de Grandes batallas?
-Porque representa la lucha del ser humano contra el tiempo, y ésta no es lineal. Acude lo que recordamos y lo que no, el pasado, el presente y el futuro. Y por ello las ramas representan trincheras en medio de la sala.
-Aquí muestra una faceta multidisciplinar porque es usted fotógrafa...
-Sí, pero cuando me dan la oportunidad intento hablar con otros lenguajes de los mismos conceptos, la memoria y la realildad.
-El uso de objetos materiales como el de un pozo con un fin artístico, ¿responde al ejercicio del ready made?
-Yo no manipulo el espacio, pero sí recupero objetos y los saco de contexto. Intento jugar con la idea del desengaño y que se cuestione qué es real y qué es irreal.
-¿El espectador ha de acudir con alguna actitud premeditada?
-Yo creo que no. Es una obra muy fragmentada y necesita el relato del espectador para hilarla y darle sentido, deteniéndose y reflexionando.