Los Javis alcanzan una madurez creativa insólita en la magnífica «La Mesías»

José Luis Losa SAN SEBASTIÁN / E. LA VOZ

PLATA O PLOMO

Javier Ambrossi, Ana Rujas, Carmen Machi, Macarena García, Cecilia Roth, Amaia Montero, Lola Dueñas y Javier Calvo, en el estreno de «La Mesías» en San Sebastián
Javier Ambrossi, Ana Rujas, Carmen Machi, Macarena García, Cecilia Roth, Amaia Montero, Lola Dueñas y Javier Calvo, en el estreno de «La Mesías» en San Sebastián Juan Herrero | EFE

La serie de Movistar+, presentada en San Sebastián, te zarandea y te acuna en torno a la idea del Apocalipsis

30 sep 2023 . Actualizado a las 22:08 h.

Cuando el equipo de programación del Festival de San Sebastián despeja casi por completo la programación de su penúltima jornada de proyecciones para dejar toda la visibilidad a un producto que no es en puridad cinematográfico sino que está destinado para su consumo como serie en una plataforma, intuyes que algo muy poderoso habrán encontrado en esto sobre lo que reclaman nuestra atención.

Para ver en su integridad La Mesías, la nueva serie de Javier Ambrossi y Javier Calvo, había que entrar en una de las salas del festival, y no precisamente la más confortable, a las cuatro de la tarde y salir pasadas las doce de la noche. Mi impresión agradecida es la de quien se sentó en la butaca para ver lo nuevo de Los Javis y sale hablando de la obra de Ambrossi y Calvo porque el grado de madurez creativa y las dimensiones que alcanza esta película-río de más de ocho horas merecen abandonar cualquier familiaridad diminutiva.

En mi caso, no conecté con su primera incursión en la pantalla -La llamada, a su vez adaptación de una obra de teatro- ni fui seguidor de la serie Paquita Salas. Aprecié por primera vez que estos dos tipos poseían un pulso narrativo no desdeñable y bastantes ideas propias -y otras muchas fagocitadas de otros pero muy bien metabolizadas- con Veneno, en donde acertaban a tocar muchos palos: la mitificación de una criatura de arrabal con un sello fassbinderiano popular y folklórico pero nunca despreciable. O la construcción de las leyendas modernas a partir de los territorios de la telebasura, con un juego de metaficciones muy inteligente y adulto. Pero esa constatación definitiva de que a Calvo y Ambrossi hay que tomárselos muy en serio y de que no estamos ante un epifenómeno post-pop o circunscrito a etiquetas como lo queer se abre paso cuando aprecias ese torrente de creatividad y de capacidad para encabalgar géneros como el cine de terror y el melodrama familiar que te apabulla en La Mesías, que estrenará Movistar el 11 de octubre segmentada en siete capítulos.

 

La macrofunción va -en el curso esencial de su historia- de la conformación de una secta. Como Calvo y Ambrossi gustan de partir de material rescatado de la subcultura española trash televisiva o nacida en las redes, ese grupo de hermanas zombificadas que dedican sus canciones en Internet a Dios y a la salvación del mundo, con el don místico -que no canoro- de presentarse como las hijas de La Elegida, son una derivada evidente de un grupo de monstruitos reales que se hizo viral en 2013, llamado Flos Mariae, y que veía la razón de ser de lo que pergeñaban -algo parecido de lejos a la música- en la salvación por la voluntad de dios de un cáncer incurable que padecía su madre.

La Mesias de Los Javis es la matriarca que atraviesa y bifurca la serie como ente perturbado. El hecho de que la acción transcurra en tres tiempos dramáticos se plasma en la ideación feliz de que sean tres actrices las que vayan apropiándose del personaje. Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi son la acertada solución de continuidad que arranca en la España de los 80 y el triunfo socialista, cuando esta mujer es una madre inmadura y fuerza a sus dos hijos de un primer matrimonio a acompañarla en una educación sentimental en la que son testigos inapropiados del sexo, droga y rock´n roll de quien se niega a verse lastrada por su rol protector. Y continúa cuando esta mujer -ya entonces Dueñas y luego Machi- se conduce por senderos de otra locura mucho menos inocente. Y comienza a dar a luz a niñas en serie, en su alianza con un integrista católico que borda Albert Pla.

Te producen miedo los perfiles de una secta enriquecida por referentes que abarcan un arco que te lleva de la Familia Manson a la Guyana del Reverendo Jim Jones. Esos vídeos de las crías abducidas y pálidas que cantan en clave preconciliar y tridentina las letras y músicas horrísonas que son obra de su mater amantísima directamente inspiradas por Dios -y cuya inspiración en las reales Flos Mariae es evidente- son el frontispicio que está delante de la construcción de un secuestro. El de esas niñas aisladas por su madre del mundo exterior, encerradas en ese castillo de la pureza -guiño al gran Arturo Ripstein- desde el cual laburan para ganar millones de followers y salvar al mundo del Apocalipsis.

Y es un prodigio narrativo cómo Calvo y Ambrossi diseñan los andamiajes de su historia. La tersura con la que transitan por los tres tiempos bien diferenciados de la acción. La versatilidad con la que establecen que la comicidad enloquecida puede dialogar con el terror. Y este, a su vez, con el melodrama de familia rota y con el conflicto en torno al poder y sus mecanismos de control de los medios de comunicación al aparato del Estado, pasando por el Opus Dei. Ahí es esencial la sabiduría con la cual se manejan siempre a favor de obra los histrionismos de Lola Dueñas y Carmen Machi, que tanto hacen por dotar a La Mesías de sus movimientos tentaculares. Y la facilidad aparente con la que se entra en los matices de la abducción, el control materno, el complejo de Edipo, el síndrome de Estocolmo. Todo en estas ocho horas de exhibición de arte mayor de lo narrativo - y de una concepción visual tan trabajada que parece pedir la gran pantalla- posee una capacidad mesmerizante que nace en las reuniones de freakies de la ufología en el Monasterio de Montserrat y llega a esa cama-trono en la cual Carmen Machi se eleva como la Linda Blair de El exorcista.

Cuánto talento y que capacidad de autocontrol sobre él atesoran de manera no sé si prematura estos dos tipos llamados Calvo y Ambrossi. Cómo celebras que te secuestren ocho horas en una sala de cine. Y qué noticia para la ficción televisiva española es La Mesías, que te zarandea y te acuna en torno a la idea del Apocalipsis, te prepara para el fin del mundo en voces como las de los temas de Julie London o Rocío Dúrcal. Y te espeta que toda familia es desdichada, que cada una lo es a su estilo. Y que en la de Ambrossi y Calvo esa infelicidad o esclavitud de los lazos de sangre da mucho más miedo que en la de Ricardo III, Charlie Manson o Ana y los lobos.