Discreción real: Juan Carlos I asume un perfil bajo para normalizar sus visitas a Sanxenxo tras su publicitada estancia anterior

Marcos Gago Otero
Marcos Gago SANXENXO / LA VOZ

PONTEVEDRA

El rey emérito entrando al coche de Pedro Campos esta mañana, bajo la lluvia que obligó a suspender el entrenamiento del Bribón, apenas media hora después de empezar
El rey emérito entrando al coche de Pedro Campos esta mañana, bajo la lluvia que obligó a suspender el entrenamiento del Bribón, apenas media hora después de empezar ADRIÁN BAÚLDE

El rey emérito evita la sobreexposición mediática para evitar polémicas que dañen la imagen de la monarquía tras la tensa conversación que mantuvo hace un año con su hijo, el rey Felipe VI. No ha habido declaraciones, recepciones ni baño de masas

21 abr 2023 . Actualizado a las 19:36 h.

Discreción. Esta es la palabra más repetida para describir la visita del rey emérito a Sanxenxo esta semana. Una discreción cercana al hermetismo que contrasta con la sobreexposición mediática que tuvo Juan Carlos I en su primera visita a España tras su marcha a Abu Dabi. Fue en mayo del año pasado y también en Sanxenxo.

Han pasado muchas cosas en este tiempo, y el monarca emérito ha apostado por normalizar sus visitas a España, para que estas se puedan producir sin dañar la imagen del reinado de su hijo Felipe VI. Padre e hijo mantuvieron en Zarzuela una larga y tensa conversación en la primavera del año pasado precisamente sobre las visitas del emérito y tras dejar Sanxenxo. En ella, el monarca reinante le habría impuesto a su padre un perfil bajo como condición para su regreso a España, para regatear o para cualquier otra cosa. El resultado de ese tenso encuentro explica este perfil bajo y las diferencias que se están dejando sentir entre la visita del emérito de mayo del 2022 y la de este abril del 2023.

De entrada, el año pasado el rey emérito anunció su vuelta a España a bombo y platillo. El regreso del exmonarca, una vez que su situación judicial se despejó, levantó una expectación que trascendió fronteras, y los periodistas, tanto españoles como de otros países, tomaron Sanxenxo por asalto. El alcalde, el popular Telmo Martín, actuó en esa ocasión como portavoz oficioso de la estancia de Juan Carlos I, confirmándola primero y comentando cómo se iba desarrollando después. En el 2023, en cambio, el silencio se ha impuesto. Telmo Martín se mantiene en un segundo plano, y no ha confirmado nunca el viaje, ni tan siquiera cuando Juan Carlos I estaba ya a punto de entrar en la casa de su amigo Pedro Campos, en Nanín, a escasos quince minutos a pie del casco urbano. Tampoco se ha visto al regidor reuniéndose con el monarca emérito. Si lo ha hecho, no lo ha publicitado ni en redes sociales ni en un lugar público. Tampoco Pedro Campos ni las personas de su entorno ni el Real Club Náutico de Sanxenxo como entidad se han pronunciado sobre esta visita.

En segundo lugar, el exmonarca guarda un perfil público bajísimo. La seguridad a la entrada del callejón que lleva a la casa de Pedro Campos, y los periodistas -en esta visita ya todos españoles- que aguardan cada movimiento en el entorno de la vivienda, son lo único que delatan la estancia de Juan Carlos I en Nanín. Algún que otro espontáneo pasa por delante del callejón y echa una mirada furtiva hacia dentro, pero la casa queda en un recodo, y al rey emérito solo se le ha visto en el coche de Campos, sentado de copiloto, con las ventanas subidas y con un tímido gesto de saludo con la mano en las contadas ocasiones que ha entrado y salido de la vivienda.

En el puerto deportivo, la sede del Club Náutico no ha recibido aún la visita de Juan Carlos I. Dos coches expuestos a la entrada, impiden que la gente se congregue en la fachada, y el vallado en el acceso al espigón delimita hasta donde el público puede acercase para ver al que fuera rey de España, marcando solo el trazado necesario para que un coche entre y salga del espigón donde está el pantalán con el Bribón. No ha habido siquiera el tradicional saludo de las autoridades locales a la entrada del Náutico, que sí se producía en las visitas de años anteriores a su marcha a Abu Dabi. Tampoco grupos de vecinos aclamándole. Por no haber, ni se espera entrega de trofeos por las pruebas de este fin de semana, para evitar más exposición.

La discreción, de hecho, es incluso superior a la acostumbrada en las estancias gallegas que Juan Carlos protagonizaba antes de cambiar España por Emiratos Arábes en agosto del 2020.

A Juan Carlos I solo se le ha visto relativamente de cerca, y ante periodistas y curiosos, en el puerto deportivo, a la hora de subirse o bajarse del Bribón. El primer entrenamiento tuvo lugar este jueves, cuando se hizo a la mar más de dos horas y media en la ría de Pontevedra. En esa ocasión el tiempo fue perfecto y el monarca emérito se reencontró con el Atlántico y con la vela. Después, no se le volvió a ver fuera de la casa en la que se hospeda. 

Este viernes se auguraba más complicado porque la previsión meteorológica era de mal tiempo. Aún así Juan Carlos I llegó al puerto deportivo en el coche que conducía su anfitrión y amigo, y se subió al Bribón más temprano que el día anterior, junto con la tripulación con la que disputará la Liga de veleros de seis metros de eslora este sábado y el domingo. El cielo estaba encapotado y en menos de media hora desde que la embarcación se encontró navegando por la ría de Pontevedra, empezó a descargar. La lluvia fue copiosa y se optó por el regreso a puerto, desde donde el emérito volvió a salir en coche de vuelta a su cuartel general de Nanín. Curiosamente, el tiempo, que tan bien trató a Juan Carlos I en pasados años, no parece respetarle esta vez. Si en el 2016 el padre de Felipe VI llegó a bromear y a atreverse con el gallego en un día de sol radiante diciendo que «en Galicia nunca chove», este viernes no pudo repetir esta frase.

El exmonarca con su tripulación, a bordo del Bribón esta mañana
El exmonarca con su tripulación, a bordo del Bribón esta mañana ADRIÁN BAÚLDE

La hoja de ruta trazada pasa por mantener este perfil bajo el resto de la visita. Si se puede, salir al mar, pero sin declaraciones. No volverá a haber un «explicaciones, ¿de qué?», tres palabras que originaron una tormenta que derivó el ruido político el pasado mayo. Al menos este es el esquema esperado, que mantenga esta contención en la visita de esta semana. El rey emérito quiere volver a Sanxenxo, y quiere volver a hacerlo con frecuencia; no se descarta que regrese en junio o julio. Todo dependerá de si logra preservar esta nueva imagen de discreción y de no querer causar problemas. Mientras pone en práctica este plan, en el horizonte se abre el calendario de regatas de su liga, con una mensual hasta noviembre. Y ya se sabe que Sanxenxo y la ría de Pontevedra funcionan como un imán para Juan Carlos de Borbón.

Juan Carlos I volviendo al puerto deportivo de Sanxenxo, tras suspenderse el entrenamiento con el Bribón
Juan Carlos I volviendo al puerto deportivo de Sanxenxo, tras suspenderse el entrenamiento con el Bribón Gustavo de la Paz | EUROPAPRESS