Un enterrador queda atrapado bajo una lápida de 200 kilos al romperse el andamio en el que trabajaba

maría ballesteros OLEIROS / LA VOZ

CAMBRE

CESAR QUIAN

Caridad fue evacuado en una ambulancia a un hospital de A Coruña

29 ene 2015 . Actualizado a las 13:18 h.

Iba a dar sepultura a un muerto, pero a punto estuvo de acabar también él enterrado. Miguel Caridad, un joven de 23 años hijo y nieto de sepultureros, es pese a su juventud un experto enterrador que atiende medio centenar de cementerios de la comarca de A Coruña. En el de la parroquia de San Pedro de Nós (Oleiros) estaba el martes por la tarde rematando el trabajo junto a otras dos personas, una de ellas empleado de una funeraria, cuando el rudimentario andamio que los sostenía cedió. «Me cayó encima la lápida, que era de unos 200 kilos, y quedé prácticamente debajo; me la tuvieron que quitar», contaba ayer desde su casa de O Temple, en Cambre, donde tenía previsto pasar dos días en reposo para recuperarse de un accidente del que salió prácticamente ileso.

Evacuado al hospital

La pesada losa, que trataban de colocar a la altura del tercer nicho, le cayó sobre la pierna, el pecho y la cara y, entre las lágrimas y los abrazos de muchos asistentes al entierro, que quedaron conmocionados por el suceso, Caridad fue evacuado en una ambulancia a un hospital de A Coruña, donde ninguno de los peores presagios se cumplió. «Pudo ser muy grave, poco más y me quedo allí», decía el joven con el alivio de haber recibido un diagnóstico mucho más leve: rotura fibrilar en el muslo izquierdo y contusiones por todo el cuerpo.

Este moderno enterrador, que ayer volvió al lugar del accidente para fotografiarse junto a la lápida que pudo haberle costado la vida, empezó a trabajar en los cementerios con 14 años, junto a su abuelo, y a medida que fue aprendiendo el oficio y las fuerza de su abuelo, que ahora tiene 71 años, fueron decayendo tomó el relevo. En casi una década como sepulturero, nunca vio tan cerca el peligro como en su último entierro. «En otra ocasión me cayó una lápida en un pie y me rompió un dedo, pero tan grave como esta vez, nunca», asegura.