«Sin papeles» e italianos, unidos en la marcha contra el racismo y la ley que considera delito la inmigración
INTERNACIONAL
Ha sido una manifestación llena de color a pesar del día gris y desapacible en Roma. Según los organizadores, unas 200.000 personas participaron en la marcha contra el racismo organizada por el Comité 17 de Octubre. Bajo este nombre se han reunido unas 500 asociaciones sociales, políticas y sindicales con el objetivo de protestar contra «el racismo difuso, el delito de inmigración clandestina, y por la abrogación de la ley de seguridad y contra el rechazo de los inmigrantes en el mar».
Desde la plaza de la República hasta la Boca de la Verdad, los miles de participantes lanzaron consignas contra el Gobierno de Silvio Berlusconi y en especial su ministro del Interior, Roberto Maroni, artífice de la discutida ley de seguridad.
En la marcha participaron muchos italianos, así como un nutrido grupo de extranjeros con pancartas de sus respectivas comunidades étnicas. También había estudiantes con lanchas hinchables, en alusión al rechazo de inmigrantes en el mar, sindicalistas, trabajadores sociales, de oenegés y numerosos religiosos e intelectuales.
Entre los políticos que apoyan la retirada de la ley de seguridad del Gobierno estaban Dario Franceschini, secretario del Partido Democrático, y el líder sindical Guglielmo Epifani.
En el palco intervinieron, entre otros, Aurelio Mancuso, líder de la asociación Arcigay; el sacerdote Tonio Dell'Olio, que preside Libera, la asociación contra la Mafia; y la periodista Concita de Gregorio, directora del periódico L'Unitá .
La ley de seguridad fue aprobada el pasado verano en medio de críticas de asociaciones laicas y religiosas, que la han calificado de racista. Entre los puntos más discutidos está la consideración de delito para la inmigración clandestina, así como penas para quien alquile casas a sin papeles o la posibilidad de rechazar en el mar a los inmigrantes.
Esta manifestación celebraba el 20 aniversario de la primera gran marcha contra el racismo, en 1989, después de que un refugiado sudafricano, Jerry Essan Masslo, muriese en la provincia de Caserta (sur).