Elisabeth está muy envejecida por la falta de luz y tiene el pelo blanco

DPA

INTERNACIONAL

29 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Los investigadores explicaron que Elisabeth está muy envejecida por la falta de luz solar, con un pelo muy blanco y piel transparente. Tres de los niños vivieron con ella encerrados: Kerstin, de 19 años, Stefan (18) y Felix (5). Los otros tres lo hacían con sus abuelos: Lisa (15), Monika (14) y Alexánder (13).

La policía dijo que estos últimos están bien educados, integrados en la escuela y que todo indica que Fritzl y su mujer los trataron con cariño. Los otros tres niños son objeto de cuidados especiales. Tras su liberación, el menor de estos, Félix, que como sus hermanos nunca había visto la luz del día, declaró a la asistenta social que estaba encantado de poder «subirse a un verdadero coche», ya que solo los había visto en televisión.

Todas las víctimas se encuentran desde el sábado por la noche bajo tratamiento psicológico y de médicos. El gobernador del estado de Baja Austria, Erwin Pröll, les asignó además como abogado al fiscal vienés Christoph Herbst, con el que se reunirán hoy. El propio Herbst indicó que su primer objetivo será proteger a la familia del asedio de los medios.

Al parecer, es preocupante el estado psicológico de la esposa de Fritzl, Rosemarie, de 69 años, la cual estaría inmersa en un estado de fuerte impresión.

La policía aún tiene una amplia lista de preguntas sin respuesta. Entre otras cosas, no está claro cómo Fritzl consiguió abastecer durante años a su segunda familia sin que lo notaran sus parientes o vecinos.

Varios expertos coinciden en que Fritzl actuó impulsado por sus fantasías de poder. «Quería ser el único controlador de un pequeño mundo», afirmó el director del departamento criminalista de Wiesbaden, Rudolf Egg. Esos deseos de dominación se reforzaron durante los 24 años que consiguió mantener prisionera a su hija y ocultar el nacimiento de siete niños. «Eso va en aumento hasta un 'puedo hacer lo que quiera y nadie me atrapará'».

Especialmente trágico es el tiempo que duró el cautiverio. «Es mucho peor que el caso de Natascha Kampusch», afirmó Egg. Al principio, Elisabeth pensaba que la dejaría salir pronto, pero después cumplió 20 años, luego 25 y 30. «En algún momento uno se resigna a la situación», aseguró, y se pierde todo sentido de la realidad.