Dos mil allegados los lloraron en silencio junto al arenal de Queiruga en un funeral conjunto

La Voz

GALICIA

19 oct 2010 . Actualizado a las 02:27 h.

Pocas veces el silencio evidenció tantos sentimientos. Ocurrió ayer, junto a la playa de Queiruga, sobre una explanada deportiva al aire libre. Con el consentimiento de las dos familias de los fallecidos, Juan Torres y Beni Torres. Entendieron que el dolor, aunque suyo por derecho biológico, también era compartido por parientes, vecinos, amigos y representantes políticos, que llenaron esta gran superficie para decir adiós más con el corazón que con las palabras.

Fueron cerca de dos mil las personas que quisieron estar allí y expresar que ellas también sienten lo ocurrido, y que el mar, fuente de progreso para la ría que baña el litoral en el que viven, a veces también juega estas malas pasadas.

La ceremonia duró más de una hora y la oficiaron cuatro sacerdotes de la comarca. Con la llegada de los coches fúnebres, el silencio se hizo aún más rotundo. Diez de los amigos de los jóvenes pusieron a los pies, tanto del improvisado altar como de sus padres y hermanos, los ataúdes con una foto de cada uno de ellos encima.

Aplauso espontáneo

Hubo momentos de gran angustia, en donde resultó difícil contener las emociones. Un ejemplo fue la lectura de una oración por parte de los familiares más próximos, algo que provocó un aplauso general y espontáneo de todos los presentes.

Al concluir, los restos mortales de Benigno Torres fueron trasladados por los mismos amigos hasta el cercano cementerio de Queiruga. Mientras, los de su primo Juan Torres, en el mismo coche en el que llegaron, fueron transportados hasta el camposanto de la vecina parroquia sonense de San Pedro de Muro.