Vuelo sobre un río roto

GALICIA

Un recorrido en avioneta sobre Fervenza alienta las sospechas de que el embalse de la provincia coruñesa no pudo haberse quedado seco solo por la falta de lluvia

13 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Llegar en avioneta desde el aeropuerto de Alvedro, en A Coruña, hasta el embalse de Fervenza solo lleva veinte minutos. Pero sobrevolar la zona para corroborar la magnitud del desastre ecológico que allí se está produciendo obliga a dedicarle algo más de tiempo. La observación desde el cielo ofrece una perspectiva real de lo que en Fervenza ha sucedido. Es como si el agua, que hace solo dos semanas ofrecía un magnífico espectáculo visual y daba vida a una amplia diversidad de especies, se hubiese colado por el imaginario agujero de una bañera. En la zona más céntrica del área del embalse la tierra tiene un tono marrón oscuro propio de la humedad que aún no se ha ido y que recuerda lejanamente lo que antes había allí, pero a medida que la vista se desvía hacia los bordes del perímetro, los colores se hacen más secos, hasta llegar al amarillo ocre de la zona donde el agua se confunde con la vegetación y un grupo de vacas pastan donde hace muy poco nunca podrían haber accedido. Las huellas de neumáticos en círculos concéntricos, diseminadas en varias zonas, apuntan a que algunos aficionados al 4x4 o a los quads habrían aprovechado los últimos días para disfrutar de su afición en nuevos espacios hasta ahora imposibles.

Tomando ya rumbo hacia la costa, las imágenes nos devuelven a una aparente normalidad. Más allá de las compuertas de Fervenza, el agua discurre con alegría -pero sin llegar a la euforia de épocas lluviosas- hasta llegar a Ézaro, lo cual entra en contradicción con la ley de la gravedad (a no ser que las compuertas superiores se hubiesen abierto) y debilita las excusas de Ferroatlántica. En el camino de vuelta contemplamos la estampa aérea de una Galicia cuyo verde clásico está muy apagado.