Aznar reaparece y dice que Zapatero quiere «cargarse el país»

ELECCIONES GENERALES 2008

Anima «a los que no se entusiasman con Mariano» a acudir a las urnas

03 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Y en esto llegó Aznar. No estaba anunciado. Pero, como hacen los grandes equipos en los partidos decisivos, el PP sacó a jugar ayer al más experimentado y al más duro, como si quisiera asustar a Zapatero a 24 horas de afrontar el segundo debate. Las 15.000 personas que abarrotaban la plaza de toros de León, en una evidente demostración de fuerza del PP antes del cara a cara, aclamaron a José María Aznar como a una leyenda que vuelve. Y jalearon enfervorizadas cada párrafo de su durísimo discurso. Fue el protagonista absoluto, hasta el punto de tapar el mensaje de Rajoy. La explicación es que el PP, además de dirigirse a quienes votaron a Zapatero en el 2004 y ahora están desencantados, no quiere descuidar en el último tramo de la campaña la motivación de sus votantes más clásicos.

En solo 15 minutos, Aznar dijo la palabra España más veces que el candidato del PP en toda la campaña. «No hay derecho a repetir cuatro años con un señor que dice que hay que mirar atrás, cargarse el país y deshacer todo lo que los españoles habíamos hecho», clamó Aznar, que dio todo su apoyo a Rajoy pero reivindicó también su propia labor como mandatario. El ex presidente no se avino a la moderada campaña que plantea el PP y apeló directamente al discurso telúrico. «A nosotros no nos molesta ver las banderas de España», dijo, y acusó a la «izquierda sectaria» de haber intentado «excluir a media España de la vida política» en la actuación «más injusta que nunca se había practicado desde la transición democrática». Y remató acusando a Zapatero de haberse dedicado cuatro años a «la historia de las muertes, de las tumbas y de las trincheras» y de negociar con ETA. «Vamos a mandar a Zapatero a casa», gritó, lo que provocó el delirio en la grada.

A los que no se entusiasman

Pero Aznar tuvo también momentos de modestia. Reconoció «aciertos y equivocaciones» en su mandato y aseguró que desde el 2004 ha servido al PP como «el militante más disciplinado». «Unas veces con mi silencio -explicó- y otras con la palabra cuando me lo han pedido». En lo que sí coincidió con Rajoy fue en pedir el voto de los desencantados del PSOE y en reclamar una «mayoría razonable» para el nuevo proyecto del PP. «Creo que estas ideas básicas pueden tener el apoyo de una mayoría de españoles, que a lo mejor no se entusiasman con el PP, que a lo mejor no se entusiasman con Mariano, que a lo mejor dicen "usted tiene el bigote torcido". Mire, lo que quiera, pero hay una mayoría de españoles que sienten estas preocupaciones», explicó.

Un Mariano Rajoy emocionado le daba luego las gracias al ex presidente. «Cinco veces me has nombrado ministro, una, vicepresidente del Gobierno. Hoy estás aquí. En mi cabeza y en mi corazón estarás siempre», le dijo. Parecía difícil que después de un discurso tan vibrante como el de Aznar, Rajoy repitiera su modelo de mitin sosegado, dirigido con calma a «la gente de la calle», hablando de la cesta de la compra, repleto de chascarrillos y con las habituales referencias «a lo de Gabilondo». Pero lo hizo. Fueron dos modelos muy distintos de pedir el mismo voto.