¿Quién quiere al pequeño comercio?

A CORUÑA

17 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La apertura del centro comercial Marineda City ha convertido en trending topic (tema del momento) de la vida social, empresarial y política el vapuleado comercio local. La llegada de este coloso de las compras, elogiado en sus discursos de inauguración por el alcalde y por la conselleira de Traballo, ha modificado incluso la agenda de la precampaña de los partidos políticos. El mismo día en el que abría sus puertas Marineda City, PSOE y BNG emitían sendos comunicados sobre sus «compromisos» con el pequeño comercio. Los primeros titularon su presentación: «Los socialistas diseñarán el Plan de Excelencia Comercial Coruña Calidad». Los segundos ponían en boca de su candidato, Xosé Manuel Carril: «PP e PSOE non poden dicir que apoian o pequeno comercio cando á vez aplauden aos grandes centros comerciais». Los populares hablaron a través de su presidente local -«Queremos que sea A Coruña la que esté en el mapa y no un centro comercial»-, y del edil Julio Flores: «Al pequeño comercio hay que defenderlo con hechos»... Por si alguien lo dudaba, todos adoran la tienda de la esquina...

Hablando de hechos, hay dos incuestionables. Uno: El pequeño comercio, vital para conformar el adn de esta ciudad, sufre una hemorragia en toda regla (el domingo pasado hablábamos de 27 negocios cerrados en San Andrés, hoy son 28). Y dos: Marineda City ha creado 4.000 empleos directos. ¿Puede este trasatlántico de las compras, con más de 200 tiendas y unas dimensiones extraordinarias, provocar la resurrección de los negocios tradicionales? ¿o firmará, por el contrario, la sentencia de muerte del pequeño comercio y de otros centros comerciales en alerta roja? Depende de cómo se hagan las cosas desde ya, pues el pasado es inamovible ¿Hay mercado para todos? Mimbres hay para que la tarta crezca: si quienes tienen que cumplir, cumplen, A Coruña tendrá a la vuelta de la esquina un aeropuerto con el doble de capacidad, un polígono industrial de un millón de metros cuadrados (Morás), un puerto exterior de primer nivel (Langosteira) y una estación intermodal que, juntos, están llamados a generar más empleo, más industria, más actividad económica, más consumidores.

¿Cuál es el riesgo? Que las promesas se acaben oxidando en el cajón de las promesas, que las administraciones y las entidades que representan (o deberían representar) a los comerciantes, se dejen llevar por la inercia, que no se aproveche una supuesta amenaza que puede, bien gestionada, convertirse en oportunidad. Razonables son los discursos de estos días desde el Área Obelisco y desde la Concejalía de Promoción Económica, quienes han llamado a sacar provecho del aterrizaje de Marineda.

¿Cuál es la ventaja para los pequeños comerciantes? Que a los políticos ya se les acabó el crédito. Cuando un tendero protesta, y tiene todo el derecho a hacerlo, ya no cuela llamarle «agente agitador» de tal o cual partido. A los políticos no les queda otra que remangarse la camisa. Saben que tienen que trabajarse los votos puerta a puerta y tienda a tienda. En ocasiones, y esta es una, no hay mal que por bien no venga. Está bien declarar amor al pequeño comercio. Pero este amor es como el amor a secas. No solo vale declararlo. Hay que demostrarlo. Todos los días.

La apertura de Marineda City ha modificado la agenda de los políticos: ahora todos adoran la tienda de la esquina