El sol se despide de Europa por el Cabo de Touriñán

S. G. / Jorge Mira

CARBALLO

21 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Fisterra seguirá llevándose la fama, pero Touriñán carda buena parte de la lana. Cada año, miles de personas acuden al Cabo fisterrán para ver sus atardeceres. Obviamente, no les tira solo la latitud geográfica, porque hay otra mística contemplativa que va más allá de las coordenadas, acaso igual de poderosa, y que es una suma de historia, paisaje, simbolismo y buenas comunicaciones.

No obstante, tienen estos días, desde ayer, la posibilidad de cumplir un rito casi iniciático: observar los últimos rayos de luz del astro rey despedirse de la Europa continental, al menos hasta el día siguiente. El último fotón de luz que se escapa a los pies del pequeño faro. Es una satisfacción íntima, pero también estética (la punta muxiana es un prodigio natural) y matemática. Unos rayos que ni se van por el Cabo de Roca, en Portugal, que es el extremo occidental continental, ni por las fías tierras noruegas de Vardetangen, ni siquiera por las más heladas del Cabo Norte, puntos que también ostentan esta gloria solar durante algunos meses del año. Se van por Muxía.

Quienes deseen sentirse privilegiados observando esta circunstancia (es un reclamo turístico de gran valor, no explotado, tal vez por desconocimiento) pueden visitar Touriñán hasta el día 28 de abril. Y, si no puede ser, del 13 de agosto al 22 de septiembre. Son los dos únicos períodos el año en los que Touriñán es el rey sol de Europa.

El reinado comenzó ayer a las 19.51 horas. La jornada anterior, aún mandaba el Cabo da Nave de Fisterra. Ambos están separados por siete segundos de arco, que en tiempo real son décimas imperceptibles, salvo para la física, a la que no se le escapa nada. A medida que avancen los días, la diferencia ya será un poco mayor. También avanzará la hora del ocaso. En primavera, la longitud del día corre, casi vuela. Cada mañana, el sol sale dos minutos antes que la jornada anterior y se pone un minuto más tarde. Así que en poco más de una semana la puesta ya será a las 20.00, en realidad las 21.00, porque a final de mes cambiará la hora.

Tal vez en alguna puesta las nubes aparezcan rojizas y cardadas, como la lana sin fama de Touriñán.