El congrio de Toñito de Poi acaba en adobo y troceado, listo para asar

BARBANZA

Cortó al pez en la propia playa de Castiñeiras para poder transportarlo

08 may 2009 . Actualizado a las 12:17 h.

Finalmente, el pertinaz roquero Toñito de Poi se salió con la suya y el agonizante congrio con el que se encontró el miércoles mientras nadaba plácidamente frente a la playa de A Redonda ha terminado troceado y en adobo, listo para asar. De hecho, el músico ya le hincó ayer el primer diente acompañado de su colega irlandés Fergus.

Si la llegada de Toñito a la playa de Castiñeiras constituyó todo un espectáculo, pez y hombre nadando a la par, el despiece del animal no tuvo más desperdicios que las partes no aprovechables del congrio.

El bicho, de 2,15 metros de largo, según certificó el metro que a última hora de la tarde consiguió Toñito, no era muy manejable para ser transportado de una sola pieza. Ya no solo por su considerable tamaño, sino también por sus cien kilogramos de peso, según los cálculos del artista. Ayudado por su colega el cocinero Fran, con el que comparte afición por los fogones y la música, el animalito fue debidamente troceado y fileteado horas después de su llegada a la playa de Castiñeiras. Las rodajas y los lomos se introdujeron en bolsas y, una vez hecho el equipaje, llevaron la mercancía en coche hasta la casa de Toñito.

En la vivienda se planteó otro problema que, desde luego, no tardó en ser resuelto por el polifacético miembro de la banda A Rasa Loba. El caso es que Toñito no tenía vajilla adecuada para colocar tanta cantidad de carne marina. Al final tuvo que proveerse de cuatro bandejas de tamaño superior para meter en la nevera las porciones del congrio. Desde luego, el frigorífico se ha llevado un atracón de pescado, solo comparable al que se darán el cantante y sus colegas cuando hayan dado cuenta del animal.

Para ir abriendo boca, Toñito de Poi y su amigo irlandés Fergus ya saborearon ayer algunos trozos, previo paso por la parrilla vuelta y vuelta.

La recomendación de que estuviese unas horas en adobo la hizo el cocinero Fran: «Dixo que é unha femia e que ten moita xelatina, polo que era mellor adobala».

Transcurridas las horas prudentes, el artista estaba deseoso de hincarle el diente a ese pescado que le salió a su paso en el mar. Entre Poi y Fergus el irlandés hicieron la primera cata. Preguntado por el sabor, el roquero no parecía estar muy convencido: «Pásalle rascando». Al final parece que el congrio tenía más figura que otra cosa.