En la exposición podrá contemplarse el antes y el después.
25 ago 2010 . Actualizado a las 14:52 h.Los Vespeinados ponen el retrovisor. Lleva este club de forofos de la Vespa unos cuantos meses trabajando, con la famosa moto como hilo conductor, en la recuperación de la memoria gráfica (y motorizada) de tres generaciones de vigueses. Una mínima pero significativa parte del resultado de ese concienzudo buceo verá la luz este fin de semana (sala Etnias) en forma de exposición fotográfica.
60 años de Vespa, 60 años en la familia, que es como han titulado la muestra, es fruto de un trabajo en equipo. Los socios, después de hacer lo propio ellos mismos, han puesto a familiares y a amigos a revisar viejos álbumes (aún están en ello) en busca de alguna prueba gráfica que demuestre que la fiebre por la emblemática scooter viene de antiguo.
Cuentan los promotores de la iniciativa que la respuesta no ha podido ser mejor, hasta el punto de que han reunido alrededor de 400 imágenes que, una vez escaneadas, han devuelto a sus propietarios. La más antigua data de 1950.
De esa fecha debe de ser la PO-235, una Vespa con sidecar fotografiada una y mil veces en Bouzas por Julián, abuelo del Vespeinado Carlos López y miembro del Vespa Club de Vigo, la asociación que reunía en los sesenta a los amantes de la máquina ideada por Corradino D'Ascanio en 1946 y fabricada por Enrico Piaggio.
Curiosidades. Este retrovisor fotográfico ha permitido descubrir algunas curiosidades. Por ejemplo que la moto con matrícula PO-9979-L, hoy propiedad de David Miranda, tuvo un primer dueño, Sandro, allá por el otoño de 1979 que fue cuando, con una estética diferente, salió de fábrica. En la exposición podrá contemplarse el antes y el después.
Más que curioso, lo de César Andrade fue una carambola. Es el protagonista de la inusual imagen que nos descubre el Vigo nevado de aquel 14 de enero de 1987, cuando el termómetro alcanzó una mínima de cuatro grados bajo cero. La Vespa que cada día le llevaba y le traía hasta el cuartel de Barreiro, hoy desaparecido, terminó sustituyéndola por otra, no mejor, pero sí más nueva.
Hace un año, en una de sus múltiples visitas a Motomanía, uno de los ejes sobre los que pivota el universo Vespeinado, se reencontró con aquella vieja compañera de mili. Alguien la había dejado por si sonaba la flauta y aparecía un posible comprador. Y, claro, apareció.
Otra Vespa que sigue circulando a día de hoy es la que aparece repleta de adornos en la parte superior de la página. En aquellos felices 60 era la debilidad de José Miranda. En la actualidad es su hijo David el que la conduce.
El que puede conducir una cada día de la semana es Ginés Pagán, que ha hecho sitio también en su garaje a una vieja Lambretta. Compró la primera cuando apenas había cumplido los 18. Fue Fulgencio, su padre, el que le metió el hormiguillo en el cuerpo. Con el paso de los años han terminado por cambiarse las tornas. Y es que ha sido el hijo el que ha devuelto al padre el gusto por las motos que, por culpa de un accidente ajeno, había perdido.
Concentración vespera. La apertura de la exposición coincide con la celebración de la segunda Scooterada Vespeinada, que arrancará motores frente al Náutico el sábado de buena mañana. La previsión es que las primeras motos (se espera un centenar) empiecen a llegar a las nueve. Dos horas después iniciarán un recorrido que les llevará por Samil, Coruxo, Canido, Panxón (con visita al Templo Votivo), Gondomar, Vincios y montes Alba y Cepudo antes de regresar al punto de partida.
Tras reponer fuerzas en el Ciudad de Vigo, disfrutarán de un paseo en barco por la ría. Tras regresar a puerto, la siguiente parada será en Etnias, donde contemplarán en grupo la exposición, lo que implica rememorar mil y una historias propias y ajenas sobre el sentimental recorrido fotográfico. La Vesparranda posterior en el Versus no podrá prolongarse demasiado porque el domingo, a las, la caravana motera volverá a ponerse en marcha, esta vez para recorrer toda la ciudad. O casi.