Lucía y Óscar, una pareja que lleva dos años de convivencia y tiene creencias religiosas

Jesús Manuel García

SOCIEDAD

13 jul 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Lucía Marta Feijoo López y Óscar Vázquez Quintairos viajarán hoy rumbo a Atenas. Se van de luna de miel tras haberse casado ayer por la Iglesia en uno de los lugares más espectaculares de la Galicia monumental: el templo del monasterio de Celanova. Fue una jornada deseada por ambos y cargada de emoción. «Creo que es un paso que había que dar. Elegimos la boda religiosa porque para mí la civil, aunque es legal, es como si no tuviera validez. No es lo mismo», dice Lucía. Esta pareja lleva ocho años de noviazgo, de los que dos han sido de convivencia. La novia confiesa que es creyente pero no practicante. «Creo en Dios y punto. No voy a misa todos los domingos y eso no me hace despreciar a la Iglesia». En su casa todos se casaron por el rito católico en Celanova.

Lucía tiene 26 años y tanto ella como su marido han cambiado ya los nervios del ajetreo nupcial por los del placer de viajar. La ceremonia resultó emotiva. Leyeron las peticiones un primo del novio, un tío de la novia y su mejor amiga. Tras la misa, los recién casados se fueron a hacer las fotos de rigor a lugares típicos de Celanova y también de camino hacia Ourense, en cuyo Hotel Auriense se celebró el almuerzo para 118 invitados.

Lucía Marta Feijoo es trabajadora social de la Mancomunidade Terra de Celanova. Su esposo es metrólogo en una multinacional del automóvil instalada en Ourense. La pareja, que esta noche sale hacia Grecia, pagó el banquete; los padres de ella, el vestido de novia, las flores de la iglesia y el coro; y la madrina del novio le pagó el traje.

Los dos dicen que lo de haber pasado ocho años de novios no es antiguo ni mucho menos. Hay que conocerse muy bien antes de dar el paso.

El ahora esposo de Lucía, Óscar, tiene 23 años y también quiso celebrar una boda religiosa: «La prefiero porque me inculcaron una educación cristiana. Es un paso que quería dar y nos faltaba. Yo soy creyente y nadie me obliga a serlo». En su familia todos se casaron por la Iglesia también, pero se cuenta un divorcio, el de sus padres. «Ellos me dijeron que si estoy seguro, adelante, que lo que les pasó a ellos no tiene por qué pasarme a mí». Hubo acuerdo para irse a Grecia y en ello están ahora. Óscar tiene como afición el deporte, especialmente el de motor, «y también todos los demás, sobre todo, el fútbol y el baloncesto», apunta.