Cuando todos los implicados en el cruce entre el Ourense y Universidad de Oviedo esperaban al colegiado leonés Ruiz Sánchez, apareció un compañero de su mismo comité arbitral, Román Román, que quiso convertirse en el protagonista del partido.
Mal auxiliado en las bandas, el árbitro comenzó por dar validez a la primera acción del Ourense, que terminó en gol. Ante las protestas de los visitantes que solicitaron un claro fuera de juego, los encargados de impartir justicia se dedicaron a interrumpir una y otra vez el juego combinativo de los anfitriones. Dolorosos para el Ourense fueron el penalti que permitió el empate universitario y la zancadilla de Ordóñez a Martín, que pudo dejar a los forasteros en inferioridad durante más de veinte minutos. Pero su actitud fue además provocadora.