De turismo en casa

YES

MABEL RODRÍGUEZ

25 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 18.000 años un tipo de Moaña podría haber ido andando sin mayores problemas hasta la playa de Rodas. Las Cíes todavía no eran las islas que hoy custodian, imponentes, la bahía de Vigo, sino el borde de un litoral que avanzaba varios kilómetros sobre el océano, una frontera que los rellenos se empeñan en recuperar desde hace un puñado de décadas. Así que Rodas anda cerca desde que somos gallegos, y desde siempre exhibió esa doble condición de bella y gélida que inspira cada vez que chapoteas en sus aguas de aspecto caribeño y temperatura polar. Allí estaba aquel paraíso hasta que en el año 2007 un colaborador del diario británico The Guardian llamado Gavin McOwan consideró Rodas la playa más bonita del mundo. Aquella elección disparó la autoestima local y cambió la historia de las islas al multiplicar las visitas turísticas, limitadas, menos mal, por el cupo que permite establecer su pertenencia a un parque nacional como el de las Illas Atlánticas.

La chispa que encendió McOwan es un ejemplo perfecto de las consecuencias para el turismo de la globalización. Los años en los que los gallegos nos excusábamos por el mal tiempo han acabado y hoy sabemos que desde ya este país nuestro será uno de los grandes destinos del futuro inmediato. Aquellas rebequitas que antes despreciábamos son hoy una bendición en pleno desastre climático, y de todo lo demás sabemos desde mucho antes de la visita de The Guardian.

Por eso sorprende que la estrategia pública siga siendo presumir de número y sacar peito anual, con una escalada de visitantes que en algunos lugares empieza a ser un rollo y que enseguida afectará al mercado de la vivienda y a todos los demás. Claro que el turismo es pasta, aunque ya se sabe lo suficiente como para ordenar y organizar. Pero el nuevo estado de opinión sobre los males del turismo masivo pasa también por una reflexión más íntima. Estuvo bien la época en la que viajar dejó de ser una cuestión de clase y dinero, y personas con vidas económicas modestas descubrieron las vacaciones. Pero hoy salir de casa a muchos destinos requiere el esfuerzo mental de un aventurero que se abre paso en una jungla llena de incomodidades y experiencias fake. Sitios en los que si no sabes quién es el turista, lo más seguro es que el turista seas tú. Enseguida la peripecia más entretenida será quedarse en casa.