Tania se estrena en el mundo laboral con 19 años: «Mi primer sueldo fue para comprarme los libros de clase»

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V'ITOR MEJUTO

La joven estudia el ciclo superior de administración y finanzas, pero su idea es ganar soltura y compaginar el empleo con los estudios. «Me costó mucho encontrar trabajo sin experiencia ¡Que experiencia voy a tener con mi edad!», manifiesta

28 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Este verano, Tania supo lo que era trabajar. O, lo que es lo mismo, recibió su primer sueldo gracias a su esfuerzo. Estudiante del ciclo superior de administración y finanzas, esta ribeirense de 19 años, al igual que otros muchos jóvenes, vio cómo los veranos libres terminaron al cumplir la mayoría de edad. Cuando la vida adulta comienza, toca asumir ciertas responsabilidades. Los trabajos estivales son un paso hacia la madurez. Así lo está experimentando Tania, que después de superar el primer curso del ciclo formativo, quería saber lo que era ganar su dinero. Una vez le dieron el número de la seguridad social, se puso a cotizar.

Sin embargo, no fue tarea fácil encontrar trabajo. «En todos lados me pedían experiencia», explica Tania. Algo irónico, ya que, qué experiencia va a tener alguien que acaba de entrar en el mercado laboral. Un año antes ya había estado dejando currículos en comercios, hostelería y demás, pero no hubo suerte. «En ese momento, teníamos una situación en casa económicamente mejor. Yo quería trabajar porque me apetecía», apunta la joven. Ahora, las cosas en casa son más complicadas. Son tres en el hogar: su madre, el novio de Tania y ella. El dinero empezaba a ser un problema: «Sentí que tenía que empezar a echar una mano». Por eso, pasó a convertirse en una necesidad el que la contrataran. Buscó hasta debajo de las piedras; en aplicaciones como Infojobs y Jobtoday, así como entregando su carta de presentación físicamente en los comercios.

Tardó un mes en encontrar empleo. No fue hasta mediados de julio cuando logró su trabajo actual, pero antes hizo cantidad de entrevistas: «El primer sitio del que me llamaron fue para comercial de los que van puerta por puerta a los domicilios». Es un trabajo digno, pero no era lo que Tania buscaba para empezar. Al poco tiempo, la llamaron de la jamonería Casa Cerralbo, en la calle Real de A Coruña. Nada más entrar al local para conocer al dueño sintió un «feeling» especial: «Me gustó mucho el buen ambiente que se captaba entre los compañeros». La reunión con el que se convertiría en su futuro jefe resultó todo un éxito. «Él fue sincero conmigo y yo fui sincera con él», argumenta. Por una parte, ella quería dejarle claro que lo primero eran sus estudios, aunque matizó que no le importaría seguir trabajando durante el curso, pero con la condición de que fuera con un horario que no le quitara tiempo para ir a clase. El jefe no le puso ningún inconveniente, de hecho, le confesó que no estaban acostumbrados a contratar a gente tan joven, pero que le gustaba mucho su perfil para crecer en la empresa. Después de eso, Tania se plantó el mandil y el cuchillo en mano, y comenzó una nueva etapa que le marcaría durante el resto de su vida.

EL CAOS DEL PRIMER DÍA

Nadie olvida su primer trabajo. Tampoco nadie nace aprendido, es algo que la experiencia te brinda. El primer día de Tania fue un poco caótico, como lo son todos los comienzos. Es normal sentirse como pollo sin cabeza: «No estás acostumbrada a este ritmo tan frenético». En la jamonería en la que está, se dedican a la venta de productos ibéricos de Salamanca, y además, te hacen los bocadillos en el momento para comer ahí mismo o dando un paseo. Tania trabaja cinco días a la semana: «Tengo horario de tarde, excepto sábado y domingo, que estoy todo el día».

En verano los clientes se multiplican: con la temporada de fiestas, hay cantidad de cruceros y muchos turistas. «A veces se aglutina mucha gente y se genera cola. Me ponía supernerviosa al principio», confiesa. Pero su compañera siempre trata de calmarla: «En una ocasión se nos terminó el pan y yo me agobié mucho porque no habían bocatas para todos los que estaban esperando, pero la chica que estaba conmigo me dijo: ‘Tranquila, los clientes lo van a entender'».

Tania siente que ha dado un paso muy importante en su vida. La joven padece de ansiedad. «Es algo a lo que me tengo que enfrentar a diario, pero todos los días me digo a mí misma: ‘Yo puedo con esto'», afirma. Para ella, todo lo que está haciendo es un gran avance a nivel mental. «El año pasado me quedé paralizada en un supermercado al verme rodeada de tanta gente de repente. A veces, uno no sabe lo que le pasa ni entiende por qué reacciona así en determinados momentos, pero tienes que saber que son épocas de la vida», añade. Tania es un ejemplo de fortaleza. Un año después de ese momento de pánico en el súper, trabaja de cara el público.

«NUEVAS SENSACIONES»

Para ella perderse el verano no le supone un gran problema. Dice que se encuentra tan cansada al terminar la jornada que solo quiere irse a casa a descansar: «El otro día fuimos a unas fiestas de por aquí y yo solo quería irme a dormir», ríe la joven. El horario, eso sí, le permite sacar tiempo para quedar con sus amigos, con su novio y con su familia. «De pequeña me iba más de vacaciones a algún lado, pero ya nada», cuenta. De ahí que el quedarse en A Coruña no le suponga impedimento para hacer otras cosas que le divierten.

Tania reconoce que vale la pena renunciar a ciertas cosas por ganar tu propio dinero y tratar de ser independiente: «Te sientes muy satisfecho contigo mismo, es algo que has ganado con tu esfuerzo». Cualquier otro joven hubiera devorado la primera nómina a los 15 días o menos. Tania fue precavida. Nada más recibir el pago del mes de julio compró los libros y el material para el inicio del nuevo curso: «Normalmente lo hace mi madre, pero le dije que este año no lo íbamos a dejar para el final, porque si no se nos iban a escapar las ofertas». Antes de nada se metió en Wallapop y buscó los libros más baratos que encontró, ya que dice que nuevos cuestan una «barbaridad». Acto seguido se fue a comprar libretas: «Las de Oxford, que tienen las hojas más gordas». Este fue el mayor lujo que se permitió. Bien es cierto que se compró algún «capricho» en las rebajas, pero hasta para eso se controló. «Mi idea era comprarle un anillo a mi madre, pero ella no me dejó», explica riendo. Aun así le gustaría hacerle un detalle más adelante, quizás con el siguiente sueldo.

Contenta con su nuevo trabajo, esta sisi tiene intenciones de quedarse el tiempo que haga falta. «Tuve mucha suerte. Mis compañeros me tratan genial y es una gran oportunidad para aprender», comenta. No le faltan ganas de empezar el curso, y el verdadero logro es que lo haga sin renunciar a su empleo. Mientras, se adapta a las circunstancias del puesto: «Me he comprado unas plantillas para aguantar el estar de pie, no me han funcionado, pero yo me las sigo poniendo igual».