Amores de verano que resistieron inviernos: «Conocí a Antonio con 13 años un verano en el pueblo, y llevamos 28 casados»

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Chari y Antonio sobrevivieron a la distancia. Él de Córdoba y ella de Barcelona. Confiesan que se casaron para poder estar juntos definitivamente.

26 ago 2023 . Actualizado a las 20:12 h.

 Como en la película del Diario de Noah, la historia que viene a continuación es de esas de amor con las que todos soñamos. Las chispas saltaban en los cines de verano de los años ochenta. Manta al suelo, una cesta con la merienda preparada para acompañar la velada, y de fondo, un filme de la época proyectado en un trozo de tela enorme. Las primeras citas de Chari y Antonio fueron así: bajo la luz de la luna y perdidos en un pueblo en lo más profundo de Córdoba. Antonio sería Noah, el que vive todo el año en el pueblo de verano de Allie, en este caso Chari. Ella, barcelonesa, iba todos los veranos a Villa del Río, ya que toda su familia era de ahí. «Me encantaba ir al pueblo, ahí los niños teníamos más libertad», cuenta Chari. De ahí que no pasara un solo verano sin ir a casa de sus tíos.

Coincidir entre los 7.000 habitantes que tiene el ayuntamiento no iba a ser tarea fácil. Pero como las casualidades no existen, el destino se puso de su parte. Los caminos de Antonio y Chari se cruzaron en 1985, cuando ella tenía 13 y él 16. «Un día mi amiga me dijo de juntarnos para jugar con la pandilla de su prima», cuenta ella. Así, el grupo pasó a ser mixto. Al principio, no se hacían mucho caso el uno al otro, cada uno iba por su lado. Los tres meses del verano no eran suficientes para que saltara la chispa entre los dos. Tuvieron que pasar varios. No tienen muy claro cuál de ellos dio el primer paso, o quién pidió salir a quién, pero a los tres años del primer contacto, empezaron a salir.

Los primeros encuentros se dieron en la piscina del pueblo, «que también era discoteca», cuenta Chari. Y si no era al aire libre, era en la bolera, pero siempre en compañía de los amigos. Cuando empezaron las citas de novios, los planes no eran muy diferentes: «Seguíamos quedando en grupo, pero la pandilla cada vez se iba quedando más vacía». Veían que todos a su alrededor se iban emparejando: «Parejas por aquí y por allá». De hecho, aseguran que en parte se vieron un poco influenciados por la situación: «Antes de salir juntos nos gustábamos, sin embargo, no fue hasta que el grupo se empezó a desintegrar cuando empezamos a quedar a solas». Aunque no por mucho tiempo.

Todos sabemos cuál es el problema de los amores de verano. Llegado septiembre, toca despedirse. Chari se volvió a Barcelona con sus padres, mientras que Antonio se quedó en el pueblo. Pese a la dificultad para comunicarse en aquella época, no llevaron la distancia nada mal. «Nos llamábamos todas las semanas por teléfono, en aquellos tiempos era lo que había», apunta Chari. «Iba a la cabina y me tiraba una hora hablando con ella», sigue Antonio. Eso, sin contar que además él se recorría el pueblo entero buscando un locutorio libre: «El que me quedaba al lado de casa siempre estaba ocupado».

SOBREVIVIR A LA DISTANCIA

Los primeros años de relación los vivieron en ciudades diferentes. Eso sí, Chari cuenta que iba más a menudo a Villa del Río que antes: «Muchas veces pasaba allí las vacaciones, Navidad o Semana Santa». Confiesan que soñaban con estar juntos. Por lo que Antonio decidió dejarlo todo por amor y mudarse a Barcelona. Para él no resultó un obstáculo encontrar trabajo en la ciudad: «Lo conseguí enseguida». Mientras, ella estaba centrada en sus estudios: «Los dos teníamos claro que no nos íbamos a casar hasta que yo no terminara la carrera». Era lo más importante para la pareja.

Sin embargo, Antonio no llevó muy bien la vida urbana y se volvió a Córdoba: «Yo soy más de pueblo, no me adaptaba a la vida en ciudad». Desde 1992 hasta 1995 estuvieron separados el uno del otro. Tiempo en el cual, Chari se enfocó en su carrera, sin olvidar la vida que quería forjar con Antonio. En ese período ella iba y venía desde Barcelona a Villa del Río, pero ya no se quedaba en casa de sus tíos: «Me iba a dormir con mi novio», apunta. No era un problema, ya que aseguran que la relación ya estaba más que formalizada. Sin embargo, se les estaba empezando a «pasar el arroz». La gente de su generación solía casarse entre los 20 y 23 años. «Yo creo que iban al altar tan pronto porque así se podían ir a vivir juntos antes», cuenta Antonio. Ellos tenían claras sus intenciones, así que un año después de que Chari terminara sus estudios, llegó la boda.

BODAS DE PLATA

«No fue una pedida de mano de película», cuenta Antonio. Las ansias por casarse les podían. Él 26 años y ella 23, una década después de conocerse, o lo que es lo mismo, prácticamente toda una vida. Para ellos el matrimonio significaba pasar a tener «por fin» una vida en común en la misma ciudad. «La boda fue exagerada», cuenta Antonio. Todo el pueblo presenció el evento nupcial: «Y nosotros dos no podíamos estar más contentos». La iglesia, la fiesta, y hasta la invitación de bodas fue algo mágico, aseguran.

Se supone que es tradición que el enlace se celebre en la ciudad natal de la novia, pero en este caso el lugar no podía ser otro que Villa del Río, el que iba a ser a partir de ese momento el nuevo hogar de la pareja. Era el inicio de una nueva vida que llevaban años aplazando. Además, toda la familia de Chari se había mudado al pueblo también: «Yo en Barcelona no había perdido nada, y en el pueblo estaba más a gusto», asegura.

Antonio, con 21 años, y Chari, con 18, en una de las vacaciones en Villa del Río
Antonio, con 21 años, y Chari, con 18, en una de las vacaciones en Villa del Río

A los cuatro años del compromiso tuvieron a su primera hija, Marta. Cordobesa de nacimiento como era de esperar. Ella ahora vive en Madrid por estudios, pero «se siente más del pueblo que nadie». Y a los cinco años de nacer la primera, vino Estela al mundo, su hija pequeña. «Son nuestros dos grandes tesoros», coincide el matrimonio.

En septiembre hacen 28 años de casados. Les cuesta recordar la fecha exacta, ya perdieron la cuenta. ¿La clave para aguantar tanto? «La confianza el uno en el otro», responde Antonio. «Y también el evitar discutir por tonterías y tener una mente positiva», añade Chari. Lo que quiere decir es que para ella si hay algún problema entre ambos, lo mejor es buscar el lado bueno de las cosas y encontrar soluciones.

Cabe destacar que ninguno de los dos ha tenido una relación con otra persona más allá de la suya. No es de extrañar, llevan juntos desde los 16 y 19 años, y ahora tienen 51 y 55. Tanta es la confianza entre los dos que nunca habían hablado del tema. «¿Tú no has tenido ningún amiguete no?», le pregunta Antonio a Chari. «Me dice que no», bromea él, que tampoco «le fue infiel». Cuenta que jugaba al fútbol desde pequeño y que no estaba por la labor de «engancharse» a nadie: «Si no era con ella, yo no me iba por ahí a dar una vuelta».

Actualmente llevan una vida feliz y sin preocupaciones con sus dos maravillosas hijas. Y los veranos siguen siendo para recordar. «Gracias a Dios nos podemos ir todos los años de vacaciones», valoran. Una suerte de amor.