Terror en el supermercado

YES

Pete Luna / Uvalde Leader-News

04 jun 2022 . Actualizado a las 16:38 h.

En uno de los capítulos finales de la primera temporada de Ozark, un adolescente con una discapacidad intelectual entra en un gran almacén. Por la megafonía de la tienda una voz nasal invita a renovar el material de invierno aprovechando las superrebajas de septiembre. El crío se acerca al mostrador. «Hola chaval, ¿puedo ayudarte?». Un dependiente atento y complaciente coge una nota que le entrega el muchacho y con la misma dulzura de serie le pregunta: «¿Quieres probarla o te la llevas?». El chaval le aclara que prefiere llevársela y rellena en un puñado de segundos una encuesta que el tendero le acerca antes de ofrecerle complementos adicionales al producto que acaba de vender. Un cargador doble, una funda, una mirilla. «Buena elección», le señala, animoso. El joven pasa por caja, la cajera mete la compra en una bolsa plástica y con la misma cordialidad del vendedor lo despide: «¡Que tengas un día Superstor!».

Lo que el personaje de Ozark acaba de adquirir como si fuesen unos patines eléctricos es un fusil automático en una dinámica de compra inaudita. El arma acaba en manos de un niño de pocos años que la traslada en su bicicleta con una normalidad pasmosa. En la secuencia, grabada muchos años antes de la última matanza perpetrada por un chaval en un colegio norteamericano, se resume con una eficacia tenebrosa la patológica relación que los estadounidenses mantienen con las armas y que tan difícil nos resulta entender aquí.

Estados Unidos es el único país del mundo en el que hay más armas que personas. Por cada cien ciudadanos hay 120 pistolas y fusiles de todo tipo, en una dinámica inexplicable que mantiene al país fracturado en dos. En el ránking mundial de posesión de armas por parte de civiles, después de los USA se encuentran Yemen, Montenegro y Serbia. El lobby de las armas funciona como un estado paralelo del que dependen los políticos para sus campañas. Los datos demuestran que esa relación casi religiosa con los hierros y el derecho a la autodefensa no provoca más que muerte y dolor. No hay más que revisar la secuencia de Ozark descrita para decidir.