Ellos te hacen el primer regalo de tu vida

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Santi M.Amil

Estas son solo algunas de las caras que están detrás de los productos que conforman la Cesta Benvida con la que la Xunta agasaja a los bebés nacidos en Galicia en sus primeros días de vida

10 dic 2021 . Actualizado a las 22:20 h.

Son las abuelas de Galicia. Cualquiera podría ver reflejada en ellas a la suya. Flora, Encarna, Olga y Pastora —con el permiso de José, que no quiere protagonismo, pero que forma parte de la unidad de convivencia de la Casa do Maior de Punxín (Ourense) y es una pieza fundamental en el grupo—. Se pasan horas y horas al día tejiendo los gorros de lana que recibirán los bebés nacidos en la comunidad, dentro de la llamada Cesta Benvida con la que la Xunta los agasaja. El primer regalo de su vida. Pero también son familia, de algún modo, las 21 asociaciones de personas con discapacidad que colaboran en la elaboración del resto de artículos que conforman la cesta.

No ha sido cosa del azar. Solo hay que ver la dedicación, el cariño y la ilusión con la que cada uno de ellos confecciona y arma este pequeño gran detalle que llega en los primeros días de vida de los gallegos. Quienes están detrás de estos productos son perfeccionistas y profesionales, y buena cuenta dan de ello en el taller de estarcido del centro ocupacional Pascual Veiga. Allí, sus integrantes dicen «trabajar para la Xunta». Fani, Estrella, Ramón, Tania, Mónica y Yago son solo algunos de los nombres que están detrás de las muselinas que se entregan en la cesta. Con seis estrellas (amarillas, azules y naranjas), tres en cada extremo, personalizan cada una de ellas. Teresa, una de las coordinadoras del grupo, explica que este es el quinto año que participan en esta iniciativa. Comenzaron en el 2017 entregando 600 gasas y han ido aumentando la producción hasta llegar a las 3.000 unidades que han entregado en esta campaña.

PONER SU GRANITO

«Todos ponen su granito», comenta Teresa. Y es que la intención es que, como si de una cadena se tratase, cada uno de los integrantes de Pascual Veiga deje su huella en las muselinas. Siguen un proceso sencillo ya automatizado en sus cabezas: primero pintan las estrellas con una plantilla, luego limpian los pinceles y las guías que han utilizado, dejan que la gasa se seque, la doblan y la empaquetan. Por último, se le pone un lacito al paquete. Cuando terminan el pedido, llenan cajas y cajas que finalmente se envían a Boiro, donde la asociación Amicos se encarga de preparar las cestas tras recibir todos los productos.

También hay que conocer el porqué de todo esto, la razón por la que lo hacen. Tanto en la casa del mayor de Punxín como en el centro Pascual Veiga lo que quieren es seguir sintiéndose útiles. Flora ha cumplido 92 años en el mes de octubre y Olga ha recibido recientemente un trasplante, y la ilusión que guardan en cada uno de los ovillos que terminan —que no son pocos— es que ese producto llegue a alguien y que sirva para algo. Quien las acompaña en su día a día, Mel, lo explica: «Elas querían facer algo útil, que chegase a alguén». Y la dedicación es absoluta, pues se llevan incluso el trabajo a casa. Mel recuerda una anécdota de Olga —que no aparece en la fotografía, ni tampoco Pastora, por problemas de salud, pero se encuentran bien de ánimos—, que en unas vacaciones la retrataron en la playa rodeada de ovillos mientras tejía. Detrás de cada una de ellas, de Flora, Pastora, Encarna y Olga, hay una historia y una motivación personal. Que se guardan para ellas, pero que son especiales.

Lo mismo ocurre en el centro ocupacional Pascual Veiga. Uno de los usuarios, Yago, describe en dos palabras lo que siente al hacer las pequeñas gasas: alegría y satisfacción. «Y que nos encarguen más», agrega. Que no les falte trabajo. Teresa explica que incluso llega a ser adictivo, que eso de «ya acabé» se escucha a todas horas. Tania, que es muy perfeccionista y revisa que todas las unidades estén en buen estado, conoce muy bien esa pequeña obsesión. «Un día soñé que tenía una empresa de gasas», dice. Y es que dedican cuatro horas del día a su elaboración.

Tejer los pequeños gorros de lana para los recién nacidos solo es una de las actividades que tienen lugar en la casa del mayor de Punxín. Bailan, cosen, juegan al parchís, ven la televisión... Sin olvidar las sesiones de peluquería y manicura que de vez en cuando organizan. De esta última solo se libra José, pero Flora, entre risas, descubre la función que le han asignado: «Cando se pon mal o nobelo, o José axúdanos. Tamén nos rega as plantas e tráenos tomates». En esa casa han formado una segunda familia. «Aquí recibimos moito cariño e non estamos sós na casa, é como outra familia. Esa é a palabra: somos unha familia», así lo explica Olga, desde el teléfono.

La misma sensación se respira en Pascual Veiga, que desde ayer viernes, 3 de diciembre —Día Internacional de las Personas con Discapacidad—, y hasta el día 8 estarán con un puesto en Expocoruña al que irán «con toda la artillería», avanza Hemi, otra de las trabajadoras del centro. Además de gasas para la Cesta Benvida de la Xunta, también pintan toallas, hacen libretas, pulseras, bolsas de tela... Y un sinfín de productos más.

Estas personas están detrás del primer regalo de tu vida. Y han invertido muchas horas, y sin esperar nada a cambio, para que lo recibas cargado de cariño.