Estudio lo que nadie elige

Ana Abelenda, Marta Vázquez

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ANGEL MANSO

ESTA VOCACIÓN ES DE NOTA Ellos estudian por amor al arte, eligen carrera contra corriente, con la vocación en la mano y la mirada en el saber. Con nota para superar de largo el corte de acceso a estas titulaciones minoritarias. Santiago inicia Humanidades en la última promoción del grado en Ferrol. Pensar es un grado... todavía

29 sep 2018 . Actualizado a las 13:40 h.

Hay vocaciones de nota y carreras que son especies exóticas en peligro de extinción. La promoción que este curso empieza Humanidades en Ferrol será la última de la Universidade da Coruña tras 25 años. La integran once alumnos. «Somos el último bastión», afirma Santiago Vázquez, uno de los once. A sus 24 años, inicia con pasión un grado con los días contados, en el que es el único chico, uno entre 10 chicas. «El primer día de clase, los de segundo nos dijeron: ‘Sois el último curso de Humanidades’». Por lo que he oído, se sustituirán por Estudios Globales, creo que es algo parecido a un voluntariado», dice.

¿Oyes mucho eso de «¿Pero eso tiene salida profesional?» Algunas veces, admite. Sus padres no fueron quienes le abrieron la puerta al mundo de los libros, pero comprenden su elección. ¿Fue Nietzsche o Verne quien decantó tu vocación? (pregunto en consideración con los dos autores que nos «acompañan» en el café). «El libro de Nietzsche me lo regaló Jaime, el dueño de (Discos) Portobello, donde estuve ayudando un tiempo. Él no me dio clases de nada, solo me dijo: ‘Este libro te puede gustar...’. Fue un: ‘Este mundo existe, es apasionante y está a tu disposición’», descubre este amante de los clásicos con Las aventuras de Huckleberry Finn en la mesilla. Houellebecq es el único escritor vivo que se ha parado a leer, y que en su cabeza se codea con Flaubert, Dostoyevski, Guy de Maupassant o Zola. «Los clásicos nos dan una perspectiva mejor de lo contemporáneo», estima Santiago.

«NO SOMOS MÁQUINAS»

Las humanidades son un valor necesario social e individualmente, apunta. «Si conoces la historia, nadie te puede tomar por tonto. Si un político te dice, por ejemplo, que la nación más antigua es la española, sabes que es mentira. La historia te da un contexto. Y la filosofía te pone contra la espada y la pared, te invita a ampliar el foco y cuestionarte, a poner en cuestión todo lo que te rodea. Humanidades es multidisciplinar. Te da también otras materias como archivística o documentación», explica.

Con cerca de un 10 de nota media, Santiago tenía grados donde elegir. Y eligió nadar contra la corriente de las «hordas del Twitter». «No somos máquinas. No pensar ni cuestionarse las cosas es cómodo, y peligroso. En un tuit de 280 caracteres es imposible profundizar», dice y no a la ligera. «¿Cómo podemos primar la juventud sobre el saber?». Habrá que pensar.

XOÁN A. SOLER

Martín Varela, graduado en Historia del Arte: «Estamos perdiendo la ilusión por aprender»

La nota de corte para entrar en Historia del Arte en Santiago es un 5, pero el amor al arte no trae cola a la puerta de la facultad. Al mago Martín Varela (Ferrol, 1996), que fue premio de bachillerato de la Consellería de Educación, la carrera se la eligió su vocación. Y su chistera tiene miga. «Cada vez pensamos menos. Las humanidades, el arte, la literatura... son historias, historias que nos cuentan para conocernos mejor, y nos estamos empezando a perder esas historias», reflexiona quien subraya que en el sistema educativo no se da historia del arte hasta bachillerato, «hasta que llega como una materia ¡optativa!». Él lo conecta todo con la magia. «Y falta ilusión. Estamos perdiendo la ilusión por aprender, y no lo digo en plan chapón. Pero al final, todo es aprender», sostiene Martín. No habla por hablar.

Saber de arte no consiste en dominar un catálogo de obras y autores, matiza. «Lo más bonito y emocionante de la historia del arte es darte cuenta de que estás estudiando no un objeto en sí, sino la cultura que hay detrás, un contexto político, social y económico», amplía.

¿Se puede vivir sin arte, necesitamos la expresión artística para ser, para crecer? «No te diré que esta es la carrera más importante del mundo, pero sí que el arte es algo que nos hace mirar el mundo de otra manera, desde un mueble de Ikea hasta un edificio histórico. El arte, sobre todo el contemporáneo, ayuda a abrir la mente, a aceptar que hay más miradas, otras formas de vida, de creación», aprecia. «Quizá es un problema social: la mayoría de la gente no les acaba de ver el sentido a las humanidades». Nos puede el utilitarismo, la finalidad, ¿no? «Es fácil aprender que 2x2 son 4 y funcionar. Decía un profesor: ‘Quieren técnicos, ¡no que penséis!’», plantea. Pero la cabeza reclama su varita hasta en el ocio. «Y cada vez nos entretenemos peor... No es solo un problema de políticas culturales», dice Martín, que encarrila su futuro iniciando en Madrid el Máster en Gestión Cultural. «Soy el primero que va al British y se cansa ?confiesa?. Y no puede ser... Me gustaría que hubiese un esfuerzo por acercar el arte a todo el mundo».

Santi M. Amil

 André Álvarez, graduado en Geografía e Historia: «Esta carrera me va a abrir muchas puertas»

Todavía no ha cumplido los 18 años pero ya se ha integrado en las aulas de la facultad de Geografía e Historia del campus de Ourense. Su cumpleaños es en octubre, así que siempre ha sido uno de los «pequeños» de clase, pero esa juventud no ha impedido que tuviese claro que seguir su vocación era la mejor guía para escoger carrera universitaria. «Al principio quería ser arquitecto, luego economista, pero al final decidí que debía decantarme por mi verdadera vocación», reconoce André Álvarez Sollero. Asegura que siempre ha sido buen estudiante porque le «encanta saber de todo», así que no le fue complicado lograr una nota alta de acceso a la universidad. Tiene un 12,56, una llave que le hubiese permitido acceder a casi cualquier titulación de las del mapa universitario gallego. Pero no le interesaban las ciencias ni las ingenierías. «En Ourense lo tenía todo, un centro que enseña Geografía e Historia, porque en otros ambas disciplinas están separadas», explica.

Así que ahora ha cambiado su día a día del instituto tudense por las aulas del campus universitario de la ciudad de As Burgas. «Estoy muy contento con la decisión; el instituto era para todos, pero aquí las asignaturas son muy específicas y hay que esforzarse mucho», advierte, en contra de esas creencias que establecen que las carreras de letras son las más fáciles. «Esto te tiene que gustar, si no puede ser complicado», asevera, añadiendo que, después de dos semanas de clase, se ha dado cuenta de que «algunas asignaturas parecen muy duras».

De cara al futuro, no tiene claro aún a qué se va a dedicar aunque sí afirma que siempre le ha gustado la docencia. André es optimista sobre las posibilidades laborales que tendrá al terminar su formación. «Con esta carrera hay tantas salidas que nunca sabes por dónde te van a llevar. Sé que se me van a abrir muchas puertas, un gran número de alternativas y desde luego yo no me cierro a nada», asegura.