Las tiendas cerradas vacían las calles

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Los comerciantes acataron con resignación el primer día de las nuevas medidas restrictivas

28 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Con resignación, pesimismo por el futuro y miedo a los cierres, pero aceptando que hay que intentar poner freno a la escalada de contagios antes de volver a un confinamiento total. Cientos de comerciantes bajaron así las persianas de sus negocios a las seis de la tarde en la primera jornada de las restricciones impuestas por la Xunta para salvaguardar la salud de los ciudadanos.

Las calles del centro se fueron vaciando de forma acelerada tras el cierre de los comercios hasta que, tras el toque de queda, Vigo volvió a convertirse en una ciudad fantasma. Había mucha menos gente que durante cualquier otro día con el comercio abierto. Muy pocos ciudadanos transitaban por la calle Príncipe poco antes de las ocho de la tarde, ofreciendo una imagen muy extraña para un día laborable.

El adelanto del horario de cierre se produce después de meses en los que los comerciantes han tenido muy pocas ventas. La falta de dinero en los bolsillos de los consumidores, unido al miedo a salir a la calle y contagiarse, ha hecho que almacenen mucha mercancía sin vender. Algunos empresarios comentaron ayer que, si la situación persiste, no tendrán más remedio que echar el cierre, al ser superiores a las ventas los gastos que tienen que afrontar con los elevados precios de los alquileres.

«Esto es un desastre. He pasado toda la mañana llamando a proveedores para aplazar pedidos para marzo», afirmaba ayer Paulo, que regenta una zapatería en la peatonal del Calvario. «Esto es una media jornada encubierta. Aguanto esta tienda de cuatro a seis porque no me cuesta dinero estar aquí», señalaba este empresario, que tiene otros dos comercios en el centro de la ciudad y ha enviado a trabajadores al erte. Ayer, después de las seis de la tarde, todavía se veían numerosas personas caminando por esta céntrica avenida. Muchos regresaban para sus casas ante la imposibilidad de entrar en las tiendas o de tomar algo en las terrazas. «No es normal que haya tan poca gente a estas horas. La hostelería saca mucha gente a la calle. Es lo que buscan, que nos autoconfinemos», señala Paulo.

Efecto negativo

Ana Ferreiro, de la tienda de accesorios Si & Co considera que «antes que confinarnos hay que probar otras opciones». Por ese motivo aceptaba el adelanto del horario comercial y el resto de las medidas restrictivas porque «aunque no son buenas para la economía, la salud está por encima de todo esto». En su opinión, durante el primer día en vigor de las medidas, los ciudadanos todavía andaban un poco despistados con los horarios. Mientras el comercio no esencial ya estaba bajando la persiana, las tiendas de alimentación continuaban abiertas. Ayer seguía habiendo colas a las puertas de la farmacia de la peatonal del Calvario.

«Las ventas ya bajaron y siguen bajando. Con este horario es peor. Esta situación no se puede soportar», se quejaba la empresaria Pilar Molares, que tiene una tienda de ropa.

«Me parece fatal pero si las cosas están así de mal no queda otra. No están los tiempos para salir antes del trabajo. Esto nos perjudica», comentaba también Mari Carmen García Blanco, mientras bajaba la persiana de su negocio. El cierre a las seis de la tarde obligó ayer a muchas personas a adelantar las compras que tenían previstas. Las calles ofrecían ayer una imagen inédita de tiendas cerradas. En la Plaza de la Independencia, numerosos niños jugaban en el parque mientras las persianas de los negocios de alrededor se encontraban bajadas y las luces de los escaparates apagadas. La imagen era más propia de un domingo que de un miércoles por la tarde, cuando a esas horas el entorno debería estar invadido de ciudadanos.

Debate en la calle

El adelanto horario ha generado una gran disparidad de opiniones. «Las veo necesarias por la situación, pero no entiendo por qué ahora sí y en Navidades no. Creo que estas medidas ya se habrían que haber tomado antes», señalaba Nico Kallenteris, de 19 años. «Veo una contradicción que en cada provincia se tomen decisiones diferentes. Deberían ponerse de acuerdo, pero nadie sabe lo que es mejor. Creo que otro confinamiento sería caótico para la economía», señalaba Mónica Ferrín mientras paseaba a su perro.

Gutier Lusquiños no cree que los pequeños comercios vayan a ser una gran fuente de contagios. Cree que las medidas se han enfocado mucho contra la hostelería «pero los datos no indican que sean la mayor fuente de contagios. Cree que las medidas que se han adoptado hasta ahora son poco sutiles y de corte político y muy a grandes rasgos. En su opinión, la solución es «intentar vacunarnos a todos bien. No debería de haber problemas logísticos porque ya se sabía que venía la vacuna desde hace un mes».