Ojo con el «mulching»

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Arrojar toneladas de paja sobre un incendio que sigue muchos días en el subsuelo no es la mejor idea. Ni mantener la caza

30 oct 2017 . Actualizado a las 15:07 h.

No cantemos victoria. Seguimos en riesgo extremo de incendios, pero ya empezaron en el entorno de Vigo algunas tareas de recuperación de las zonas incendiadas y quizás podríamos explicar su justificación. Lo más llamativo es ver cómo se arrojaban toneladas de paja en las pendientes, de forma transversal para sujetar el suelo fértil. El invento se conoce técnicamente como mulching y es una técnica que solo debería aplicarse en zonas con fuerte pendiente, donde el riesgo de erosión es extremo, y siempre que la previsión indique la posibilidad de lluvias torrenciales. Resulta arriesgado realizar la tarea poco tiempo después del incendio. Aunque aparentemente no veamos las llamas, existe un segundo incendio de combustión lenta, en el subsuelo, que puede seguir activo durante muchos días. Arrojar toneladas de paja seca sobre un incendio todavía latente no es la mejor idea.

Cualquier barrera que impida la escorrentía es una ayuda, y por eso no se recomienda retirar la madera quemada, porque lo que pueda quedar de sus raíces contendrá el suelo. Actuaciones en una segunda fase, como siembras de gramíneas, son importantes, pero el problema es que muchas mezclas de gramíneas que se encuentran en los comercios incluyen especies foráneas que en algunos casos son potencialmente invasoras. Sería el colmo que por si no tuviéramos suficiente invasión las ayudásemos a colonizar más territorio. Debemos elegir siempre variedades autóctonas y adaptadas específicamente a cada tipo de suelo. Trigo y cebada serían la mejor opción, por su rápido enraizamiento y su facilidad para la dispersión de semillas que también sirven de alimento a la fauna.

Paralelamente, el estaquillado de salgueiros y sabugueiros en las riberas de los ríos es una buena medida de emergencia. Los restos de poda triturados que muchos concellos del sur de la provincia (no es el caso de Vigo, lamentablemente) están utilizando como estructurante en sus programas de compostaje comunitario pueden ser un excelente filtro verde para usar específicamente en los bordes de ríos y regatos. Ese sustrato servirá a medio plazo para regenerar el bosque de ribera.

Pero conviene recordar antes de lanzarse al monte que en su mayoría estamos hablando de terrenos privados que, por lo tanto, tienen dueño. Cualquier actuación debe contar siempre con la autorización y supervisión de las comunidades de montes que, a su vez, conocen mejor que nadie su territorio y las zonas en las que resulta más urgente actuar. En cualquier caso es importante (de ahí la labor de contener el ímpetu de los voluntarios) intentar pisar lo menos posible las zonas quemadas. Hay mucho trabajo por delante, queridos voluntarios y voluntarias, no tengan prisa por empezar y mejor seamos prudentes. En las webs de Adega, Amigos da Terra y la Sociedade Galega de Historia Natural encontrarán información y protocolos de actuación útiles y actualizados.

La casuística de grandes incendios es muy particular. Lamentablemente, su efecto sobre la fauna es demoledor y deja muy pocos heridos: o se salvan o se abrasan, hay poco espacio para el término medio. Organizar patrullas masivas de búsqueda y rescate de fauna silvestre afectada resulta frustrante y el impacto sobre el frágil terreno quemado puede convertirlo en contraproducente. Si encontramos accidentalmente un animal afectado solo debemos intentar capturarlo con extremo cuidado y avisar cuanto antes al personal especializado (centro de recuperación de fauna de Cotorredondo, teléfono 986 680 390).

Aunque supone prolongar el período de riesgo, al menos este mal tiempo (debemos denominar lo de estos días como muy mal tiempo) representa una ventaja para la fauna. Al no necesitar el gasto energético extra que les supone afrontar el frío y la lluvia están en las mejores condiciones para localizar nuevas zonas de refugio y alimentación y adaptarse a sus nuevos territorios. Es lo que están haciendo y es lo que deben hacer cuanto antes porque, como en el Marco, winter is coming. Instalar comederos artificiales genera dependencia. Las aves son eso, aves, pero no idiotas. Si les suministramos puntos de alimentación, ¿para qué esforzarse en buscar alimento? Justamente cuando llegue el invierno, cuando nadie acuda a alimentarlas, tendrán que buscarse la vida en peores condiciones. Por otra parte, suponemos que los artífices de la idea saben que la colorida menestra de frutas y verduras servida teóricamente para las aves estará previsiblemente siendo consumida por la población periurbana de xabaríns, a los que no resulta buena idea convertirlos en dependientes.

El principal problema al que se enfrenta la fauna silvestre en estos momentos no es la alimentación, sino la caza. Que cuando los animales se encuentran buscando nuevos refugios, más desorientados y vulnerables, sigan siendo cazados es una inmoralidad. El discurso clásico de los cazadores, afirmando que son los más interesados en conservar la naturaleza, se contradice con las actividades cinegéticas tras una oleada de incendios. El mito conservacionista se lo están cargando a tiros y debería avergonzarles que no ser ellos los primeros en pedir la moratoria de la temporada de caza tras lo que vivimos estos días.