Peinador Lines, un empresario ejemplar

VIGO CIUDAD

El historiador Ricardo Gurriarán publica una biografía del industrial que dio un nuevo impulso a Mondariz

16 may 2016 . Actualizado a las 10:52 h.

Fue un empresario audaz, adelantado a su tiempo y comprometido con su país. Un filántropo protector de la cultura gallega. Y un industrial con vocación científica. Enrique Peinador Lines supo continuar y engrandecer la obra de su padre, el médico Enrique Peinador Vela, fundador de la empresa de Aguas de Mondariz y de su Gran Hotel Balneario.

Ahora, el historiador Ricardo Gurriarán publica Enrique Peinador Lines e Mondariz. Empresa, turismo e país, una biografía que recoge aspectos inéditos de esta notable figura del mundo político, empresarial, científico y cultural de la primera parte del siglo XX. El libro está editado en la colección Galeguizar Galicia del Foro Peinador, que preside el incansable activista por la cultura gallega Xosé González Martínez. Y nos muestra a un empresario volcado en modernizar su país.

La obra recoge el pequeño imperio que los Peinador crearon en Mondariz. De este diminuto ayuntamiento salían, hace un siglo, 10.000 botellas diarias de agua mineral que se exportaba a Europa y América. Y en su hotel balneario e instalaciones anexas trabajaban, en temporada alta, más de trescientos empleados. Mientras recibían a visitantes ilustres como Pérez Galdos, Emilia Pardo Bazán, Castelar o el magnate Rockefeller III.

Para atraer a tan distinguido público, Peinador Lines fue un pionero en la publicidad, con anuncios incluso en el metro de Madrid. Además, es sabido que contrató a Castelao para uno de sus carteles, pues le unía gran amistad con el escritor de Rianxo, al igual que con la intelectualidad del momento, ya que militaba en el Partido Galeguista y organizaba en Mondariz reuniones de la Real Academia Galega.

La familia Peinador sabía hacer las cosas a lo grande. Gurriarán recoge estas palabras de Emilia Pardo Bazán sobre Peinador Vela, el padre: «Para completar la silueta del creador de Mondariz, añadiré que en vez de aguardar a que le construya el gobierno el trozo de ferrocarril que necesita para llevar cómodamente lo viajeros desde Salvatierra hasta el balneario, se le ha ocurrido lo que se le ocurriría a un yankee (con paz sea dicho): construir él mismo el ferrocarril, explotarlo él mismo». La mención «pacífica» se refiere a que este escrito data de 1899, un año después de la Guerra de Cuba contra Estados Unidos.

Poco antes, Emilio Castelar se deshacía en elogios en El Liberal: «Pero aún le queda otra maravilla a Galicia: le queda Mondariz, la Compostela del enfermo, encontrada y ungida por la ciencia. Mondariz, cuyas aguas obran milagros de resurrección y de rejuvenecimiento».

Destaca Ricardo Gurriarán la vocación científica de los Peinador: «En el ámbito de las ciencias experimentales, en la investigación y en el refrendo científico de las aguas, todos los pasos que dieron los Peinador fueron sustentados y acreditados por personas de la máxima cualificación; siempre les dieron voz a personas autorizadas en el terreno de la ciencia».

A los análisis realizados en el siglo XIX por Casares, Teijeiro y Garagarza, se sumaron en el siglo XX los del catedrático de Química Biológica de Madrid José Rodríguez Carracido, en 1905, que publica el artículo «Estudio físico-químico y biológico del agua de Gándara en Mondariz».

Además, se estrena en Mondariz el Laboratorio de Radioactividad creado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid. En un análisis en 1904 se detecta cierto nivel de radioactividad en las aguas de la fuente de la Gándara. En 1917, estudiará las aguas el catedrático gallego José Casares Gil.

Desde 1909, el balneario de Mondariz recibe el nombre de Centro Hidrológico. Y Peinador Lines encarga al arquitecto Antonio Palacios su Sanatorio-Instituto de Hidroterapia, cuyas obras quedarían inconclusas. Pero que presumía en el proyecto de su vocación científica, prometiendo terapias con ondas de luz, electricidad y radioactividad.

La pasión científica de los Peinador tenía premio. Así lo recoge Ricardo Gurriarán: «En el ámbito científico-experimental, Enrique también había hecho una importante contribución convocando un premio en 1921». En este caso fue el Premio Peinador, dotado con 1.200 pesetas, para estudiantes de la Facultad de Medicina de Madrid que presentasen tesis doctorales sobre hidrología médica. Además, los Peinador acudían a congresos de hidrología y termalismo por toda Europa, obteniendo varias distinciones por sus estudios.

También se dedicó a la arqueología, haciendo importantes avances. Los Peinador excavan en el castro de Troña, en la parroquia ponteareana de Pías. La revista La Temporada destaca en 1927 las donaciones que hacen al Museo Arqueológico de Pontevedra, que incluyen «molinos de mano, un ánfora de barro, una lanza de hierro y otros objetos interesantes».

A todo ello, hay que añadir su vocación cultural y política. Fue socio protector del Seminario de Estudos Galegos, académico de la Real Academia Galega y activo defensor del Estatuto de Galicia.

En definitiva, un empresario ejemplar cuya biografía acaba de publicar Ricardo Gurriarán en una obra completísima y con abundante documentación inédita. Y que nos permite conocer a una familia que da nombre al aeropuerto de Vigo, que en parte fue construido en terrenos que les fueron expropiados en 1936, con la Guerra Civil. Próximamente, Enrique Peinador Lines tendrá una escultura, obra de José Molares (el autor de Verne y su pulpo), que será instalada junto a la Escuela de Empresariales en Torrecedeira.

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