Algo de lo vivido en Vigo

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

VIGO CIUDAD

26 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Unas veces es la calle quien activa la memoria. Otras las políticas institucionales son quienes sobresaltan nuestros recuerdos. Más o menos cada cuarto de siglo se mira hacia atrás, para conmemorar o lamentar lo sucedido, pero los datos y las emociones ya no son las mismas. Por eso es necesario tratar con cuidado al pasado, nos advierten entre otros Orwell, Juliá y Estefanía, y no ceder a la tentación de que con él se pretenda controlar el presente.

En las horas tempranas de cada día mi vecino Raúl y yo nos asombramos sonrientes y escépticos con las noticias que saltan de los periódicos. Las de Vigo nos apasionan. Siempre son poliédricas. Cuarenta y dos años en Vigo permiten un escepticismo confortable ante las noticias y los discursos que las acompañan. Da igual que sean discursos del sí o del no. Todos ellos tienen partes de verdad y zonas de largas desmemorias.

El 2014 en la sanidad viguesa ha sido año de celebraciones, también de manifestaciones reivindicativas, y es probable que 2015 lo sea de inauguraciones. El 2014 vigués recupera -en Vigo los conflictos se recuperan- el largo culebrón del Bernardo Alfageme.

La sanidad viguesa, la sanidad del sur, tiene motivos de preocupación. Mejor o peor diagnosticados, pero con una ciudadanía que se manifiesta con regularidad para evidenciarlos. Viene el cuento porque informaciones recientes sobre el nuevo hospital de Vigo, ese público pero privado, nos anunciaba que contaría con muebles de diseño, «creados en exclusiva, inspirados en la simbología celta». Y me estremecí. Recordé la inauguración del Hospital de Meixoeiro. También se publicitaban las condiciones de habitabilidad, las habitaciones singulares, la vajilla con logotipo y un sinfín de cuestiones que mejoraban la estancia de enfermos y familiares. Veinticinco años después. las goteras y el deterioro no se resuelven. Pero nadie recuerda que tanto el Meixoeiro, como ahora el nuevo hospital de cuyo nombre no quiero acordarme por respeto, fueron jibarizados en sus diseños originales tanto en espacios como en sus capacidades asistenciales. Sanidad del sur, de tantos intereses.

Otras noticias y otros recuerdos. La bronca del motopesquero Bernardo Alfageme, aquel de Casa Mar para faenar en el Gran Sol. Aceptada la donación por el Concello, han pasado catorce años sin saber qué hacer con él. Por más que tengamos un Museo del Mar, o así. Pero en esta ciudad con tantos poderes parcelados, los acuerdos son un milagro, y el Museo del Mar y el Bernardo Alfageme no iban a ser la excepción del eterno desacuerdo. Pareciera que el Museo del Mar no es de Vigo y que el Bernardo Alfageme no es del mar.

En tierra, pensarán algunos, un barco no da gastos. Quizás melancolías. No puedo evitar el recuerdo de la Tita, un bote de seis metros y seis remos con toletes de bronce, izado por dos pescantes para que invernase quilla al sol y la lluvia allá en Noia.