Un batallón de cabras limpia el monte

manu otero VIGO / LA VOZ

MOAÑA

XOAN CARLOS GIL

Los comuneros de Meira, en Moaña, tienen a 130 chivas pastando por el bosque para mantenerlo libre de maleza como medida de prevención de fuegos forestales

20 mar 2018 . Actualizado a las 11:41 h.

Un ejército de 130 cabras de raza gallega patrulla a diario hace año y medio los montes de la parroquia de Meira, en Moaña, con el único objetivo de prevenir la propagación de los incendios forestales. Para ello no necesitan ni prismáticos ni un sistema de radio para comunicarse, se bastan con sus mandíbulas y un apetito a prueba de ramas y espinas. «Las cabras comen de todo, incluso las acacias, que son una especia invasora», explica el presidente de la comunidad de montes de Meira, Javier Fernández, todavía sorprendido con el buen resultado de esta insólita iniciativa.

El objetivo de los comuneros es duplicar el tamaño del rebaño para acelerar el proceso de eliminación de la maleza de los montes y asegurarse también unos ingresos para las cuentas de la comunidad con la venta de cabritos. Pero eso será en los próximos años porque por ahora los recién nacidos pasan a engrosar las filas de estas peculiares desbrozadoras.

La jornada de trabajo de las cabras comienza a primera hora de la mañana, guiadas por dos pastores y unos cuantos perros, el rebaño sale del cercado en el que pasan la noche resguardados de los depredadores con destino a alguna parcela del monte comunal en el que proliferan las malas hierbas. No son tan rápidas como las motosierras, pero sí mucho más minuciosas y ecológicas. «Hay que estar encima de ellas y les lleva su tiempo, pero el cambio se nota, hay zonas en las que desapareció el matorral», destaca Fernández.

La idea surgió, «por necesidad y con ilusión», a raíz de una conversación entre comuneros. Luego se pusieron manos a la obra y recorrieron las cuatro provincias gallegas para conocer modelos similares e informarse de cómo poner en práctica el proyecto. Con las cabras en el monte, las posibilidades de explotación se disparan. Por un lado, el riesgo de incendios se reduce. Por otro, los comuneros ya planean la comercialización del abono que producen estos hambrientos mamíferos, que en el futuro serán también empleados para la producción de carne. Además, esta especie se encuentra en peligro de extinción pero la apuesta de estos comuneros servirá para contribuir a la salvación de esta raza gallega. Y por si fuera poco, la presencia de las cabras está generando expectación y los vecinos miran al monte con otros ojos. «Es un espectáculo», concluyen en Meira.

Sin embargo, este modelo no se exportará a los montes de Vigo, donde hace tres años tuvieron una mala experiencia con un rebaño en Saiáns. Las cabras devoraron la corteza de numerosos castaños arruinando la producción. «Son mejores las ovejas», prefiere el presidente de la Mancomunidad de Montes de Vigo, Uxío González.

La pérdida de ganado en el área de Vigo afecta también al número de cabras y ovejas

Si el volumen de ganado vacuno y de sus explotaciones ganaderas lleva diez años de imparable caída, la situación de las cabras y ovejas no es menos preocupante. Municipios de marcada tradición ganadera como Ponteareas, Salvaterra, As Neves, Redondela, Mos, O Porriño e incluso Vigo han visto como la población de estos herbívoros en las granjas se ha reducido en torno a un 40 %, según el censo de ganado bovino del Instituto Galego de Estadística.

Los descensos más pronunciados se produjeron en los ayuntamientos de Vigo, que pasó de las 360 cabezas del 2007 a las 220, del año pasado; Redondela, de 222 a 142; o Mos, que tiene ahora 252 por las 369 del año 2007. Tanto sindicatos, como ganaderos y la consellería de Medio Rural, apuntan a la falta de relevo generacional y la escasa rentabilidad económica de las explotaciones como principales causas de la pérdida de efectivos.

Sin embargo, el censo del IGE revela alguna sorpresa en forma de crecimiento extraordinario del número de rebaños. En Covelo el número de cabezas de ganado bovino creció en un centenar en los últimos diez años. Es la subida más destacada, aunque explotaciones de municipios como A Guarda, O Rosal, Cangas, Crecente, Fornelos de Montes o Gondomar han visto incrementada ligeramente su población de cabras y ovejas.

Desde la consellería de Medio Rural apuntan a un cambio de modelo en el sistema ganadero gallego. Las abundantes y pequeñas granjas familiares dan paso a explotaciones menos numerosas pero más grandes y profesionales.