Roban una campana de 100 kilos en una iglesia de Gondomar

Monica Torres
Mónica Torres GONDOMAR / LA VOZ

GONDOMAR

cedida

Los ladrones descolgaron la pieza de la espadaña mediante una cuerda

07 ago 2021 . Actualizado a las 02:03 h.

Los ladrones han enmudecido la parroquia gondomareña de San José de Prado. De la noche a la mañana han dejado al pueblo sin una de las campanas que compraron, por suscripción popular, hace 70 años. Los lugareños se dieron cuenta del robo el martes por la tarde, cuando se habían reunido para hablar sobre la sentencia que pesa sobre su centro social. Dos días después, aún incrédulos, siguen sin explicarse quién puede estar detrás de este robo y todos a una, insisten: «Queremos recuperarla por favor».

«Estamos moi sorprendidos. Non sabemos quen pode estar detrás deste acto de vandalismo e confiamos en poder recuperala», manifestó ayer su párroco José Antonio Rouco. La capilla está bastante alejada de las casas, por lo que nadie vio ni oyó nada extraño. Saben que el robo se produjo en la madrugada del domingo o en la del lunes porque el sacristán la hizo tocar el sábado para llamar a los files a la eucarística semanal, como lleva haciendo desde hace más de tres décadas. El párroco ha presentado una denuncia ante la Guardia Civil, que investiga los hechos. El alcalde, Francisco Ferreira, que también participaba el martes en la reunión en la que se percataron de lo que había pasado, también se mostró afectado. «Estamos muy molestos porque, más allá del valor material, esto es un atentado contra el patrimonio cultural de nuestra villa. Esperamos que se pueda resolver», indicó.

Tanto él como los vecinos consideran que los ladrones debieron actuar de noche y que al menos tuvieron que ser tres personas las que participaron ya que se trata de un objeto voluminoso, pesado y ubicado a más de ocho metros de altura. Los ladrones se valieron de una cuerda «como las de atar el ganado» para llegar hasta la espadaña, subiendo por el lateral de la iglesia y accediendo a la campana. Consiguieron descolgar una de ellas, la que se había comprado con donativos de todos los vecinos y desaparecer con ella sin ser vistos.

Es posible que se sintieran sorprendidos aun así ya que los ladrones se olvidaron en el lugar el badajo de la campana que habían envuelto en un jersey para, posiblemente, evitar que hiciera ruido si chocaba con el resto de la pieza. Se llevaron a peso más de cien kilos al descolgar la campana con el soporte y utilizando la misma cuerda consiguieron hacerla descender hasta el suelo y cargarla en algún coche. En su periplo rompieron también algunas tejas y parte de uno de los canalones, dándose a la fuga con el botín y dejando la cuerda.

Los vecinos no están dispuestos a renunciar a su propiedad, aunque no ocultan su preocupación por la posibilidad de que detrás del robo estén personas que se fijaran en su campana con la intención de vender al peso el bronce. Se da la circunstancia de que los vecinos afrontan un momento difícil por una sentencia de derribo sobre su centro social. Es una situación «dolorosa» y esperan un acuerdo con el Obispado y la Entidad Local.