Una talla del siglo XVIII de una mujer de enormes pechos acompañada por unos «demiños» que formaba parte del retablo de ánimas de la iglesia acabó en el fuego
25 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Muchos vecinos de Cangas y la comarca de O Morrazo recuerdan vagamente oír hablar de la Dema do Hío. Sólo unos pocos afirman que la vieron, la mayoría tirada ya en la bodega de la rectoral.
Entre ellos está el actual párroco, Alfonso Fernández Sotelo. Dice que hace más de sesenta años, siendo un niño, vio la talla en la bodega, entre otras maderas abandonadas, cuando desafiando la prohibición de entrar allí, inspeccionaba con otros chavales los bajos de la rectoral. «Démoslle a volta e foi como si descubríramos uha cousa prohibida», recuerda el párroco. Un amigo suyo, mayor que él, José Piñeiro, le comentó que recordaba a la Dema en su retablo, dentro de la iglesia, y años después, tirada en la bodega.
También afirma haberla visto José Suárez Mariño, padre del arqueólogo que dirige las excavaciones del castro de O Facho, quien asegura que la Dema acabó alimentando el fuego de la chimenea, que así se lo aseguró un carpintero que estaba realizando un trabajo en la rectoral y que troceó la Dema por orden del cura.
El retablo de ánimas
La Dema era la figura principal del primer cuerpo de la calle central de un retablo de ánimas de finales del siglo XVIII, de estilo barroco, situado en el lateral norte de la iglesia románica, tapando una puerta. Representaba el misterio de la salvación.
Coronaba el retablo la peculiar representación de la Trinidad, una talla que fue restaurada y devuelta recientemente al templo. Dios está representado como un señor de grandes barbas que sujeta con su mano izquierda la bola del mundo. Jesús, también con barba, está a su derecha, con una cruz en las manos. Entre ambos aparece la paloma.
Debajo estaba un Cristo que puede verse ahora al lado del altar mayor. «Unha talla estupenda», dice el párroco.
Más abajo estaba el purgatorio, que aparece ahora adosado al retablo de la Virgen del Carmen. Se ven varias ánimas entre llamas. Suárez Mariño afirma que una de ellas llevaba un birrete que algún cura ordenó cortar. El crucero de Cerviño incluye entre las ánimas del purgatorio una imagen con un birrete que podría hacer referencia a ese cuerpo del retablo. El crucero es de 1872. El retablo fue construido unos cien años antes.
Alfonso Fernández Sotelo, sin embargo, dice que la figura del birrete estaba entre los condenados del infierno, con la Dema, para mostrar que los eclesiásticos también pueden ser pecadores y, por lo tanto, condenados.
Nadie recuerda con exactitud como era el cuerpo del retablo que presidía la Dema. El párroco dice que era un busto de mujer que sobresalía del resto de la talla, con dos enormes pechos, ya que, afirma, «tenía que alimentar a mucha gente». Era como la jefa de los demonios. Cuidaba a varios «demiños» que parecían vigilar a los condenados, que aparecían como personas de diversas condiciones ardiendo en un fuego incandescente.