Un siglo de Baltasar Merino, el jesuita que compiló la flora de Galicia

A GUARDA

CEDIDA

El botánico, profesor en el Colegio de A Guarda, recorrió todo el país para crear su excepcional herbario

31 ene 2017 . Actualizado a las 10:05 h.

Se cumple un siglo de la desaparición de un personaje tan excepcional como poco popular. Porque en 1917 fallecía en Vigo Baltasar Merino, brillante botánico a la vez que profesor del colegio de los Jesuitas en A Guarda. Suya es una de las mayores compilaciones de plantas realizada nunca en Galicia. El llamado herbario Merino reúne miles de variedades, recogidas pateando el país de punta a punta. Hoy se conserva repartido entre el Centro de Investigación Forestal de Lourizán, dependiente de la Diputación provincial, y la Facultad de Biología de la Universidad de Santiago.

Baltasar Merino y Román nació en Burgos en 1845. Como padre jesuita, fue destinado a la docencia en diferentes centros, entre otros en la capital cubana, La Habana, y también en Madrid y en Sevilla, hasta que recaló en el colegio de Camposancos, en A Guarda, como profesor de ciencias naturales. Allí, uno de sus alumnos fue el gran matemático y astrofísico gallego Ramón María Aller.

Sin embargo, su intensa actividad docente no le apartó nunca de su pasión: la botánica. Que ejerció pie a tierra, recorriendo Galicia hasta sus últimos confines. Lo mismo describió y compiló ejemplares botánicos en las islas Cíes que en las sierras de O Courel y Os Ancares.

Al tiempo, un pequeño observatorio meteorológico en el colegio le permitió publicar algunos estudios pioneros en su tiempo, como el que dedicó a las borrascas en la costa occidental de Galicia.

Pero su obra monumental no estaba formada por letras si no por plantas. Porque el herbario de Merino todavía es una obra admirada por el volumen de especies recogidas y por su meticulosa clasificación. Se llegó a decir que contenía más de 70.000 ejemplares en doble copia, aunque el investigador Francisco Javier Silva-Pando, una autoridad en el tema, los cifró en unos 20.000 ejemplares, que tampoco es poca cosa.

Pervivencia

Silva-Pando ha trabajado mucho en la conservación de este herbario, que se pasó muchos años dando tumbos. Desde el colegio de Camposancos fue trasladado al de Vigo cuando los jesuitas se instalaron en la actual ubicación en Teis. Durante la Guerra Civil fue guardado por partes en varias casas particulares hasta que encontró un último refugio en el balneario de Mondariz, «donde, a pesar de los cuidados de los propietarios del mismo, algunas cajas debieron verse afectadas por alguna gotera», señala el investigador de Lourizán.

Finalmente, en 1945 el herbario Merino es cedido al centro de investigación de Lourizán, aunque una parte se traslada a la Facultad de Biología de Santiago.

«La labor del padre Merino ha sido de gran importancia para el conocimiento de la flora gallega», escribió Silva-Pando, quien destaca que el botánico jesuita recorrió con esfuerzo la mayor parte de Galicia, Y esto ocurría en momentos de comunicaciones muy difíciles. Solo le faltó alcanzar la cima de Peña Trevinca, en Ourense.

Actualmente, 114 géneros y especies descritas por el botánico llevan la abreviatura Merino tras su nombre científico para certificar su relevante labor investigadora.

Distinciones

Junto a su trabajo botánico, Merino fue electo presidente de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales en 1914 y de la Academia Internacional de Geografía Botánica en 1915. También fue miembro fundador, el 2 de marzo de 1909, de la sección de Santiago de la Real Sociedad Española de Historia Natural, de la que fue presidente, con otros importantes naturalistas gallegos como Antonio Elicegui, César Sobrado, Armando Cotarelo Valledor, Eugenio Labarta o José Deulofeu.

Su obra Flora descriptiva é ilustrada de Galicia fue reeditada en formato facsímil por La Voz de Galicia en 1980 . Este año se cumple el centenario de un personaje capital para la botánica en Galicia.