Andriu, que marcó el gol decisivo del Coruxo al Rayo Cantabria, comparte pichichi este curso con cinco dianas y suma 15 en las tres últimas campañas
01 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Alejandro Adrián Hernández Santiago (Tenerife, 1990) marcó el domingo un gol que vale media permanencia para el Coruxo. Andriu, como se le conoce en el mundo del fútbol, es un central que ahora ejerce de mediocentro, pero que el tinerfeño marque un gol no es un hecho extraordinario. Esta temporada comparte el cartel de pichichi del equipo con Willy Ibáñez después de anotar cinco goles, pero sumando los tres últimos ejercicios, se le puede considerar el killer del equipo de O Vao con 15 dianas, tres el ejercicio pasado y siete en el anterior (22/23).
«Siempre tuve la vocación de hacer daño en el área rival, como de pequeño era delantero, me quedé con esa espinita clavada», comenta Andriu a modo de explicación de su facilidad goleadora. Sus compañeros ya no le hacen ni bromas: «En los últimos años, es bastante común. No lo ven normal, pero tampoco se sorprenden mucho».
Pero el del domingo, al Rayo Cantabria, fue un tanto especial «por el significado de los tres puntos, por seguir dependiendo de nosotros mismos y no ir tan apurados Guijuelo para conseguir la salvación». Era el minuto 85, el rival se había quedado con uno menos y un tanto abría de par en par la permanencia. El zaguero con vocación de delantero debía tener todos estos datos en la cabeza en un remate que vale media permanencia. «Cuando la va peinar Fer, me estaba colocando. El balón me dio en el muslo (y se le fue), pero enseguida pensé que si Guido conseguía sacarla del área del defensa, yo ya tenía clara la jugada. Tuve suerte de que se dio como pensaba. El disparo lo tenía claro, aunque estuviera medio de espalda, ya sabía que tenía que finalizar ahí». Lo clavó a un lado, dejando al portero rival sin margen de reacción. En esta ocasión, no puede considerarse un gol de balón parado, su especialidad, pero sí la continuación de un lanzamiento de falta.
Salvo en sus inicios, cuando ejerció de delantero, Andriu ha sido un central de toda la vida, pero con Javi Pereira, se ha convertido en el mediocentro defensivo del Coruxo. «Desde que llegó Javi, me puso en esa posición, por delante de los centrales, y yo lo único que quiero es ayudar al equipo. Creo que está yendo bien, estoy contento. Cuanto más adelante, más me siento liberado de algunas tareas, pero también me sale la vena de central e ir corriendo para todos los lados», comenta el jugador.
Superado el momento éxtasis, el tinerfeño del nacimiento y gallego de adopción ya piensa en la última jornada: «Lo bueno es que dependemos de nosotros, que nos valen dos resultados, pero hay que saber que no está nada hecho y tenemos que salir con la misma concentración de los últimos partidos», dice al tiempo que manda un mensaje para que nadie se relaje: «Tenemos que afrontarlo pensando que no hay nada hecho, porque no lo está».
El tinerfeño avisa que «puede ser un partido complicado porque es un equipo que está descendido, pero yo viví este tipo de situaciones, por desgracia, y juegas sin presión, suelto, mientras el que se juega mucho va con la tensión y hay que saber jugar esos partidos. Es más difícil de lo que se puede imaginar y debemos afrontarlo al 200 % de concentración». Y aunque la hayan eludido el descenso directo, no quiere ni oír hablar de una eliminatoria por la permanencia: «El play out es muy jodido, es a cara a cruz, nunca lo jugué y espero no jugarlo nunca».
Además, la salvación sería una liberación después de un año convulso con cambio de entrenador incluido. «Sabíamos que los culpables de que las cosas no saliesen éramos nosotros. Sabíamos que pese a la mala racha dependíamos de nosotros y al final todo va en el gol. Cuando la pelota no entra, se ve todo más oscuro pero ahora, con esta inercia, es más fácil de llevar y hace que todo sea más positivo». Solo falta la guinda de punto en Guijuelo el domingo a las doce. Si es necesario, con un gol de Andriu, el central que marca goles como loco, parafraseando a Eduardo Coudet.