La acusación por estafa le ocasiona numerosos inconvenientes a Cristal. Esta viguesa ha sido incluida en una lista negra que le impide tener una libertad financiera. «Quisimos comprar un coche y no nos lo financiaron», afirma. Tampoco puede abrir ninguna cuenta bancaria a su nombre ni hacer compras a plazos. Su marido tuvo que abrir una cuenta en solitario para poder afrontar los gastos cotidianos. Incluso para alquilar un piso tuvo que ir su suegra de aval «porque yo estoy como estafadora», lamenta. Teme que, con la denuncia que pesa sobre ella, pueda tener problemas para encontrar un trabajo. Cuidaba de su madre hasta que falleció y, en la actualidad, se encuentra pendiente de una operación. El problema será cuando salga absuelta, como espera. «Me dijeron que cuando termine esta pesadilla, tendré que reclamar a la policía para que me quiten los antecedentes», afirma. Cristal sufrió además varios bloqueos en su cuenta bancaria. «Me la bloqueaban cada dos por tres y, cuando iba a pagar la residencia de mi padre, me venía de vuelta el recibo», lamenta. Tuvo que recurrir al Banco de España para que su entidad bancaria le permitiera sacar dinero con el que pagar la cuota del geriátrico donde permanece ingresado su padre.
Otro de los inconvenientes que padece a raíz de la denuncia es que no puede cambiar de domicilio. «Cada vez que salgo de Vigo, tengo que avisar. La policía siempre tiene que saber donde estoy. Si no lo hago, podría perder la libertad condicional y ordenar que me encierren siendo totalmente inocente», asegura esta viguesa que se encuentra a la espera de juicio.