Miguel Méndez: «No tocaba vivir en un país en guerra y pensar en bloqueos directos»

x. r. c. VIGO / LA VOZ

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El Ekaterimburgo le dio todas las facilidades para salir y la FEB estuvo en contacto permanente

05 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel Martínez Méndez (Vigo, 1967) siempre se ha considerado un tipo con suerte. Porque su trabajo y su profundo conocimiento del baloncesto se han rodeado de éxitos como llegar a dirigir al mejor equipo del mundo. Pero al margen de las Euroligas y torneos domésticos conquistados, en los cuatro años que estuvo en Rusia, ya vivió una pandemia y una guerra, motivo este que le ha empujado a regresar a casa. El seleccionador de baloncesto femenino español ya está de regreso en Vigo después de una odisea de viaje. Desvinculado del Ekaterimburgo y pendiente de su futuro, pero antes de nada, necesita descansar.

—¿Cuándo tomó la determinación de volver?

—Una vez que vemos que el país en donde trabajamos está en guerra, todos los extranjeros que estamos allí nos preocupamos por la situación. Es cierto que nosotros estábamos muy lejos de la zona del conflicto y desde el club nos ofrecían seguridad. De hecho, la vida era normal y las competiciones seguían, pero luego llegaron las sanciones, nos excluyeron de la competición principal, la Euroliga, y a eso se unió que nuestros gobiernos invitaban a sus ciudadanos a volver por la problemática de vuelos y por el cierre del espacio aéreo. Primero fueron las jugadoras extranjeras, que son mayoría en el equipo, las que decidieron desplazarse a sus países, y los entrenadores y la preparadora física, que es americana, decidimos lo mismo.

—¿El Ekaterimburgo dio facilidades para salir o puso trabas?

—Todo fue colaboración. Ellos entienden la situación que estamos viviendo y aunque el club decidió seguir adelante con la liga rusa con las jugadoras que estuvieran, permitió que saliéramos, facilitaron los billetes y nos ayudaron en todo lo posible para viajar.

—¿Cómo fue el viaje?

—El club nos cogió los billetes. Optamos por una salida hacia el este, un vuelo directo de Ekaterimburgo a Dubái y desde allí enlazamos con Frankfurt (Alemania), luego Madrid y Vigo. El viaje fueron en total 30 horas, y eso que todo fue bien.

—¿Ahora cómo es su situación con el equipo?

—Me he desvinculado, me he venido para casa. No a nivel contractual, porque no sabemos lo que va a pasar, estamos hablando de algo nuevo para todos, porque no sé cuántas veces se ha interrumpido una competición deportiva por una guerra. Ahora se abre un impás. La mayoría de los que estábamos tenemos contratos para los años siguientes, pero no se sabe lo que pasará.

—Si esto acaba, ¿estaría dispuesto a volver si puede hacerlo?

—Pues no tengo ni idea. Ahora lo único que necesito es estar en casa, estar con mi familia, tranquilizarme, ir tratando de darle una vuelta a todo y pasar página, porque hay mucho que pensar.

—De entrada, ¿tiene el puesto de seleccionador español?

—Sí, además tengo que decir que he tenido todo el apoyo de la Federación Española, con llamadas casi diarias del presidente y el director deportivo. Desde el primer momento han estado muy pendientes de nosotros, se han ofrecido para cualquier cosa. Ellos tenían noticias a través del COE y del gobierno de España y desde el primer momento nos hemos sentido muy protegidos y muy apoyados por ellos.

—¿Tuvieron algún contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores?

—Directamente, no.

—Cuando hablaba con su familia en Vigo, ¿qué le decían?

—Era una situación extraña. Yo trataba de tranquilizarlos a ellos, pero siempre con la verdad por delante, porque en ningún momento sentimos inseguridad ni nos sentimos presionados. La vida que hacíamos allí era absolutamente normal y estábamos muy arropados y protegidos por nuestro club, pero no era el momento para vivir en un país que está en guerra y estar pensando en bloqueos directos y tiros a canasta.

—¿La percepción del conflicto es muy diferente a la que se tiene en occidente?

—Si me preguntas por los rusos, puedo hablar de la gente con la que tuve relación, los trabajados del club y mis ayudantes directos, mi chófer y mi traductora. Todo lo que puedo decir de ellos es lo bien que se han portado con nosotros, lo mucho que nos han arropado y la buena gente que son. Yo no conozco ni a Putin ni a nadie del gobierno y no hay otra postura que estar en contra de esta guerra absolutamente, en esto no existe ninguna media tinta por mi parte y yo creo que en mi entorno tampoco.