Casasola por partida doble en Porriño

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La hermana pequeña de Mica, Cati, se suma al equipo B del club de balonmano

04 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Micaela Casasola, Mica (Argentina, 1997), dudó en dar el salto del balonmano argentino al Porriño el pasado verano. Uno de los motivos era tener que dejar a su familia, en especial a su madre y a su hermana, cuando solo han pasado dos años de la muerte repentina de su padre. Finalmente, aceptó la propuesta del club porriñés y el mes pasado, su hermana Caterina, Cati (2001), seguía sus pasos. Ha llegado para reforzar al conjunto B.

Ambas se muestran pletóricas con el reencuentro y con esta experiencia en el balonmano español. Mica, segunda máxima goleadora del conjunto de Isma Martínez, explica que su adaptación fue muy buena desde el primer momento. «Me hicieron sentir supercómoda. Es un club muy familiar y eso se agradece mucho al estar fuera de casa», introduce. También siente la confianza del cuerpo técnico y, aunque destaca que está «aprendiendo» y tiene «mucho que corregir», siente que aporta y está satisfecha.

La llegada de su hermana ha sido un plus. Viven juntas y con la otra argentina del Porriño, Carolina Bono. «Estoy muy unida a mi mamá y a mis hermanos —el mayor, Tiago, es futbolista de la Serie B italiana— y poder tenerla más cerca es un privilegio que estoy disfrutando», agradece. Del mismo modo, también tiene jugando en el Zamora a su pareja, el argentino Francisco Bellia. «No estamos en la misma ciudad, pero sí a tres horas en tren. No es lo mismo que las trece de avión a Argentina», destaca.

Cati, por su parte, estaba jugando en Vélez, el club de toda la vida de ambas, hasta el pasado mes de febrero. «A ella le salió la posibilidad en agosto pasado y a mí me venían diciendo que les gustaba, que podía venir a probar», recuerda. Al no haber plazas de extranjera disponibles en el primer equipo, tenía que ser en el B, pero le pareció un buen paso. «Se dio todo para que funcione y me pude venir y acomodar en el handball y en todas las áreas. Ha sido todo completito», celebra.

El poder reencontrarse con Mica, con la que siempre ha tenido un vínculo muy estrecho, ha sido un aliciente. Tanto, que no sabe si se habría animado de no estar ella antes aquí. «Fue una condición importante. Soy superfamiliera y no sé si hubiera podido sin estar ella. Siempre hemos estado muy pegadas. La extrañaba mucho y, a falta de tenerla, me vine yo», cuenta.

La recién aterrizada ha podido participar ya en tres encuentros, marcando diez goles. Se ha sentido a gusto. «Estoy acostumbrándome a otro tipo de juego y a otras compañeras, porque es la primera vez que juego fuera de Argentina. Pero tengo un equipo que me banca un montón y me dan mucha confianza», valora. Considera que se dan todos los factores para que su trayectoria en el Porriño sea «progresiva y en subida».

Parecidas pero diferentes

Las dos Casasola actúan en posiciones similares: son jugadoras de primera línea, centrales o laterales izquierdas. Ambas tienen ideas bastante similares de los aspectos en los que son más parecidas y aquellos en los que difieren. «Ella tiene una finta más explosiva y yo soy más lanzadora, más de saltar, de nueve metros. Mi hermana es como más finteadora, de uno contra uno, de juego físico», comenta la mayor. Pero aclara que sí se parecen «en algunos gestos».

Cati lo ve de la misma manera: «Actitudinalmente, somos la dos de ir para adelante, correr, no parar un segundo». Pero también percibe a la perfección las diferencias: «Ella es mucho más lanzadora y yo soy más fintadora», coincide. En Vélez, pese a la diferencia de edad, venían compartiendo pista. «Yo soy cuatro años menor y competía en mi categoría, que sería como aquí júnior, mientras que ella estaba en mayores. Pero me solían subir y sí que jugábamos juntas», dice.

Las Casasola se han encontrado un balonmano diferente al que conocían, «mucho más rápido, más intenso, más físico y un escalón por encima en cuanto a nivel», dice Mica, que solo había tenido contacto con el balonmano europeo en algún viaje internacional con la selección y cuando jugó un par de meses en un club inglés aprovechando una visita a su hermano, que era futbolista de un equipo con sección de balonmano. «Fue muy corto y también diferente a la liga española, pero como experiencia de estar fuera de casa me sirvió», señala.

Cati destaca que en España el balonmano se vive «de una manera mucho más profesional». Percibe que se trata como un trabajo y que debe ser su prioridad. «Uno vive de esto y se nota no solo a nivel de entrenamiento, sino en todo lo que hace a nivel extradeportivo: el descanso, la alimentación...», analiza. Coincide con Mica en que a nivel deportivo hay mucha diferencia, «la liga es mucho mejor».

Ninguna piensa más allá de esta temporada y no saben lo que les deparará el futuro, pero no cierran las puertas a seguir. Cati lo tiene claro: «Aquí podemos conseguir una vida mejor que en Argentina. Me encantaría seguir otra temporada más».