A lo mejor, si las circunstancias de su vida se lo permitiesen, seguiría jugando al fútbol sala un par de temporadas más. «Si no tuviese trabajo ni estudios, igual aún seguía...», se ríe.
Hoy se despide de todas y cada una de las Marías que fue en cada momento de su trayectoria gracias al deporte de su vida. «El fútbol sala me ha dado lo que ahora soy. Son muchos años jugando, desde los 9 hasta los 34. Estoy y estaré todavía muy ligada a este deporte. Es una pena, claro que sí, pero todas las etapas de la vida se terminan en algún momento», concluye emocionada, con ganas de embarcarse en su próximo reto.