El adiós de Figo, una clásica

Antía Cuadrado Grande

VIGO

cedida

Después de 25 años entregada al fútbol sala, la laureada jugadora María Rego da por concluida su carrera deportiva para centrarse en el trabajo y los estudios

19 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

María Rego, Figo (O Porriño, 1987), ha hecho oficial su retirada después de vivir una larga e intensa trayectoria deportiva como jugadora de fútbol sala femenino. Como todos cuantos se dedican profesionalmente al deporte, llega un momento en el que los días de gloria se acaban, ya sea porque el cuerpo pide descanso o por motivos personales. Seguir compitiendo se hace cada vez más difícil.

La trayectoria deportiva de Figo llega a su fin, da por terminada su larga relación con el fútbol sala, deporte que le ha guiado en todas las etapas de su vida. A sus 34 años, María no es capaz de compatibilizar su vida extradeportiva con el fútbol sala y ha decidido que a partir de ahora se dedicará a tiempo completo a su trabajo y estudios.

Desde que era pequeña, llevaba el balón allí a donde fuese, como una prolongación de su cuerpo. A los 9 años debutó en el Olivo, en Vigo, donde enseguida destacó. «Me propusieron jugar de una forma curiosa, una chica mayor que yo me vio jugando al fútbol en el cámping donde veraneaba con mis padres y me preguntó si me gustaría ir a entrenar en su equipo», relata sobre sus comienzos. A partir de ese momento, Figo demostró tener dotes de buena futbolista y unas habilidades que la hacían imprescindible en el campo. Sin saberlo, y de casualidad, acabó en el deporte que le apasionaba.

En el Olivo estuvo hasta los 17 años, edad a la que decidió ampliar sus fronteras y cambiar al Nosa Rúa, en el que pasó seis temporadas. Ahí jugó el campeonato gallego, ligas y copas locales. En el 2009 fue premiada como la mejor jugadora de fútbol sala del área viguesa. Dejó huella en varios clubes y también probó suerte en otras provincias. A los 23 fichó por el equipo ourensano de Cidade de As Burgas, en el que jugó siete temporadas, la estancia más larga de toda su trayectoria deportiva y con el que llegó a disputar el subcampeonato de la liga de Primera División femenina.

Con la selección gallega consiguió cuatro campeonatos de España y un subcampeonato de Europa. Volvió a su provincia natal a los 30 años, para jugar una temporada en el Cidade de Pontevedra, pero quiso estar más cerca de casa y la porriñesa probó suerte en el Bembrive durante una temporada. Al acabarla, la jugadora fichó por el Fisgón, equipo de Segunda División, pero un contratiempo le obligó a retirarse todo un año. María Rego no pudo poner apenas un pie en el campo del Fisgón cuando, antes de empezar la competición oficial, sufrió una rotura del ligamento cruzado. «Fue difícil retomar el fútbol sala después de la lesión y eso me afectó anímicamente», comenta la futbolista.

A pesar de quedarse un año entero sin jugar, Figo volvió a las andadas uniéndose de nuevo al Bembrive. Fue en este equipo vigués donde María Rego dio por finalizada su vida deportiva. «Mis compañeras, me organizaron una emotiva despedida al acabar el último partido de la temporada pasada», recuerda con ilusión. «Fue un momento muy bonito, me llevo amigas que serán para toda la vida. Espero ir a verlas jugar esta temporada», añade.

Recordando todos estos años en las pistas, María Rego confiesa que el fútbol le ha formado no solo como jugadora, sino también como persona. «El fútbol sala te enseña muchos valores, sobre todo fuera del campo: compañerismo, empatía, responsabilidad, diversión en los viajes, te enseña a competir...», explica la porriñesa emocionada.

Dejar el fútbol le apena, pero no la hunde, sabe que tras cerrar esta puerta abrirá otra etapa, y eso no tiene por qué hundirla. Ha dedicado prácticamente toda su vida al balompié de salón, pues el de césped nunca le atrajo lo suficiente. «A los 20 años jugué una temporada, pero no la cuento», dice.

Tenía claro cuál era su camino, al igual que sabe que retirarse ahora es lo correcto. Sin embargo, no piensa abandonar el deporte. «Me acabo de apuntar a clases de tenis, me gusta también el pádel y andar en bicicleta. No quiero dejar de moverme, pero no es lo mismo estar atada a los horarios de un equipo que practicar deporte cuando yo quiera y cuando pueda», confiesa.

A lo mejor, si las circunstancias de su vida se lo permitiesen, seguiría jugando al fútbol sala un par de temporadas más. «Si no tuviese trabajo ni estudios, igual aún seguía...», se ríe.

Hoy se despide de todas y cada una de las Marías que fue en cada momento de su trayectoria gracias al deporte de su vida. «El fútbol sala me ha dado lo que ahora soy. Son muchos años jugando, desde los 9 hasta los 34. Estoy y estaré todavía muy ligada a este deporte. Es una pena, claro que sí, pero todas las etapas de la vida se terminan en algún momento», concluye emocionada, con ganas de embarcarse en su próximo reto.