Sus niñas lloran a Padín

m. v. f. VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Integrantes de El Olivo recuerdan la figura del gran artífice del éxito del club

03 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La noticia del fallecimiento de Juan Carlos Padín a los 81 años sacudía en la noche del martes al mundo del fútbol femenino vigués. Alma del equipo que tantas alegrías dio a la ciudad, muchas de las jugadoras que coincidieron con él coinciden en que se han quedado «huérfanas» de alguien a quien veían como un abuelo o incluso un padre. Alguien que las trataba como familia y a quien sentían como tal. Pero también un verdadero pionero.

Esa es la primera palabra que pronuncia Sara Tui cuando se le pregunta por el significado de la figura de Padín en su deporte a nivel local y autonómico. «Fue un pionero y un trabajador incansable a favor del fútbol femenino», le retrata. En el trato personal, cuenta que se desvivía por las jugadoras del equipo. «Cualquier problema que tuvieras, hacía lo que fuera por solucionarlo. Y no se perdía ningún partido pese a padecer del corazón. En los partidos de más rivalidad decía que le tuviéramos la pastillita lista por si acaso. También era muy vacilón», recalca la actual jugadora del Madrid de Primera División.

Incluso cuando se trataba de partidos a domicilio y aunque hubiera que hacer kilómetros en autobús, seguía al pie del cañón. «No le importaban las horas que hubiera que pasar de viaje para estar con nosotras», recuerda Sara. Lo constata el exentrenador del Olivo Edu González, que recuerda precisamente el susto que les dio en un desplazamiento. «Lombi tuvo un choque, quedó inconsciente y al ver que tardaba en reaccionar, le dio un infarto. Al final acabamos con los dos en el hospital», rememora. Y subraya que tenía un trato muy cercano y cariñoso con todos los que le rodeaban. «Y sobre todo con sus niñas, porque él las llamaba así. Era una persona que se hacía querer», agrega.

La propia Lombi tampoco ha olvidado aquel episodio en que los dos precisaron atención médica el mismo día. «Al ver que no me movía, que no me despertaba, se puso nervioso. Siempre diré que soy la culpable de uno de sus infartos», cuenta entrañable. Anécdota aparte, Lombi afirma taxativa que «Padín era El Olivo». «Si no hubiera sido por él, no hubiéramos llegado a donde llegamos. Le dio el sitio que se merecía y a nosotras nos trataba como hijas, como parte de su familia. Lo sentí así muchas veces», agradece.

Asegura Lombi que les daba todo lo que tenía «y lo que no se buscaba la vida también» para dárselo. «El Olivo empezó a morir cuando él se hizo a un lado. Nadie luchaba por nosotras como él. La parte que quedaba del Olivo aparte de las jugadoras se fue con él», lamenta.

Para Carol González, Padín constituye «una leyenda» del fútbol femenino vigués que apostó por este deporte como nadie lo había hecho hasta entonces y cuando no estaba de moda. Cree que justamente por eso «se volcó» como lo hizo. «Le gustaba el fútbol y le gustaba ayudar a la gente. Veía que en esa época lo teníamos muy difícil e hizo todo lo que estaba en su mano», agradece. Incluido tratarles «como hijas».

Carol había hablado con él hace poco y también el resto confirman que nunca les perdía la pista. «Siempre estaba pendiente y te preguntaba cómo te iba en tu nuevo equipo. Nos apoyaba mucho y estaba orgulloso de todas», explica la viguesa. Sabían de su estado de salud, pero aun así la noticia de su adiós les cogió por sorpresa. «Sabía que desde hace un par de años estaba pachucho, más flojito, pero nunca lo esperas», comenta Sara.

Edu González destaca su labor social más allá de lo estrictamente deportivo. «Fue de los primeros en creer en el fútbol femenino, pero además fue un referente para la ciudad en otros ámbitos», reivindica. Porque pone el foco en que realizó, asimismo «una gran labor social» y de ahí que recibiera el reconocimiento de vigués distinguido, indica. En cuanto a su relación con él, le define como alguien «muy cercano, que te cogía el teléfono a cualquier hora que le llamaras y que estaba para todo lo que necesitaras».

Lombi tiene claro la huella que ha dejado y la manera en que le van a recordar a partir de ahora todos aquellos que le conocieron. «Lo recordaremos como un luchador y enamorado del fútbol femenino y de sus niñas, como él nos llamaba, porque creo que es lo que él se merece», concluye la guardesa.