Una ciudad deportiva todavía en pañales

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Los comuneros de Pereiras, en donde irán los campos, asumen un acuerdo con el Celta para la expropiación, pero en Tameiga, en donde apenas tienen información, quieren una permuta ventajosa

24 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El proyecto de la ciudad deportiva del Celta en Mos todavía está en pañales. Al menos para los comuneros de Tameiga y Pereiras, las dos parroquias afectadas. La primera podría perder 30 hectáreas de las 95 con las que cuenta su propiedad, en una zona en donde se ubicaría el miniestadio del Celta B, el centro comercial y el gran parque de forestal y de ocio. Pereiras cedería 10,5 hectáreas de las 53 que tiene bajo su jurisprudencia y sus terrenos serían dedicados a los nueve campos de fútbol y demás instalaciones deportivas. Este aspecto provoca que la expropiación sea una opción, por eso los comuneros asumen que deberán llegar a un acuerdo.

En Tameiga todavía están en fase inicial, solo han recibido una declaración de intenciones por parte del club y su apuesta es la permuta, aunque nunca un intercambio de metro por metro, sino sumar toda la superficie posible. La expropiación y el arrendamiento no son prioritarios en la hoja de ruta. Al mismo tiempo, y para completar las 82 hectáreas, el club tendrá que comprar terreno directamente a particulares.

Carlos Mouriño, el presidente del Celta, anunció en los dos actos de presentación de los proyectos del Celta que su objetivo es que el primer equipo ya tenga su campo de entrenamiento a principios del 2019. Este órdago hace que las negociaciones con los comuneros de Pereiras estén un poco más avanzadas. Hasta la fecha han tenido dos reuniones, en una de ellas con presencia de emisarios del Concello y Xunta y todo apunta a que deberán llegar a un acuerdo (expropiación pactada) para evitar una expropiación forzosa «porque estes señores o que presentan é unha actividade de interese público», comenta Manuel Álvarez, el delegado del monte de la entidad y uno de los cinco directivos.

La hoja de ruta para Pereiras incluye la convocatoria de una asamblea de comuneros para el próximo mes de enero «onde virá alguén deles a explicar o tema e a xente diralle que si ou non. Se é que non, estaremos expostos a unha expropiación a través da Xunta». Por el momento aseguran no saber nada de las condiciones económicas.

En Tameiga todo va más despacio y parece más complicado para el Celta. Por el momento el contacto entre la directiva de los comuneros y el Celta se ha reducido a dos reuniones que, según el presidente de la entidad, Antonio Cajide, no han pasado de «simple declaración de intencións. Nós temos que ter unhas propostas reais sobre o papel para estudalas e logo presentalas a asemblea».

«Non nos podemos pronunciar»

En el primer encuentro el club les presentó el proyecto y les dijo que quería comprar todo el monte afectado, pero ya fueron informados de que no se podía vender, dejando la vía de la expropiación o de la permuta, que es la que más le interesa «porque na mentalidade desta comunidade non está desfacerse do monte, non tería sentido nin razón de ser, nós o que queremos é capitalizar o monte, cantos máis metros, mellor», de ahí que sean partidarios de la permuta, pero no cambiando metro por metro. «Nós non nos podemos pronunciar ata que no teñamos datos reais sobre a mesa», aseguran. De hecho, han descartado convocar una asamblea de comuneros «porque non teríamos nada que explicarlles».

A diferencia de Pereiras, y con el centro comercial de por medio, la expropiación forzosa se antoja muy complicada y difícil de defender. Entienden que se pueden expropiar unos terrenos para una obra de interés social como podría justificarse la ciudad deportiva, pero no para un complejo lucrativo.

En la segunda reunión, además, surgió un problema que el que no contaba el Celta, la existencia de importantes pozos de agua en los montes de Tameiga que dan abastecimiento a cinco parroquias del municipio e incluso a O Porriño. Para dar cualquier paso futuro, lo primero es que el agua, que no es asunto baladí, tenga una solución que no afecte a la población.

Sin un solo contacto con el Concello, esperan una nueva reunión con el Celta para conocer definitivamente el proyecto y la oferta, para a continuación decidir en junta directiva si les parece beneficioso y a renglón seguido convocar una asamblea de comuneros, que tendrán la última palabra.

Por otra parte, ninguna de las dos comunidades tienen noticias de que se reserven puestos de trabajo para los vecinos de Mos y las propias entidades. Ambas, además, no esconden su extrañeza por que el proyecto fuese presentado antes de tener el acuerdo. «O carro antes do bois», diría el refranero.