Cuando el alcalde Abel Caballero se pone a instar hay que echarse a temblar. Ahora, la ha tomado con la Biblioteca Pública Central, desde hace unos días bautizada como Juan Compañel. Dice el regidor que ya está bien, que la Xunta paga la totalidad del presupuesto de las bibliotecas autonómicas en las grandes ciudades, pero aquí, en esta incomprendida urbe, solo cotiza el 66 por ciento, más o menor, así que, desde el año próximo, no dará un euro.
Y dice este insignificante juntaletras: ¿no le hubiera sido mejor proporcionar un terreno para construir la biblioteca estatal cuando se lo pidieron? Ya hace algunos años que el Gobierno de España aprobó la construcción de una biblioteca estatal en Vigo, atendiendo a la población de la ciudad. Ponía como condición la cesión de un terreno. Han pasado los años y aquello se ha perdido.
Por otro lado, ¿qué ha hecho Abel Caballero por dotar la ciudad de una buen sistema de bibliotecas? Durante años, esta ciudad descansó en el sistema bibliotecario de la Caja de Ahorros, sin preocuparse por construir uno municipal. Tampoco satisfizo la demanda cuando, en los años noventa, comenzó a funcionar la Biblioteca Central, que a veces nos olvidamos que esta ciudad es muy grande.
Con el BNG, compartiendo el gobierno con Abel Caballero, se inició en O Calvario un proyecto para crear una red bibliotecaria de barrios. Ya solo en el gobierno, el alcalde no ha ido más allá. Así este nuevo vocerío debe interpretarse como una escalada más en su perenne lucha contra el enemigo exterior. Caballero ha basado toda su política en el enfrentamiento con el PP allá donde domina administraciones. Para colmo de paciencias, su argumento siempre ha sido el mismo: los vigueses hemos dejado de ser tontos gracias a él porque ahora él protesta. Y sí, él protesta y el resto lo padecemos. Eso sí, ya no somos tontos.
jorge.lamas@lavoz.es