En Redondela están dando una lección a Vigo de cómo se afronta la gestión del patrimonio histórico y natural. En poco tiempo, y con un coste económico razonable, han sido capaces de poner en valor dos elementos importantes de su pasado; por un lado, la Batalla de Rande, y por otro, el conjunto de yacimientos arqueológicos de época prehistórica de Monte Penide.
Donde había unas ruinas fabriles, los vecinos de Rande convencieron a sus políticos para crear un centro de interpretación sobre el hecho bélico de 1702, asociado a los valores naturales de toda la ensenada de San Simón. Cualquiera que pretenda imaginar cómo pudo desarrollarse aquel hecho, que inspiró a Julio Verne en su libro 20.000 leguas de viaje submarino, Meirande es su lugar. Al borde del estrecho, junto al castillo que se cargó Audasa cuando construyó el puente. Allí se puede imaginar la historia.
No muy lejos de allí, a mayor altitud, se encuentra Monte Penide, para el que también los vecinos imaginaron un uso racional y sostenido. La premisa de su idea era divulgar la importancia de un patrimonio con el fin de defenderlo y, al mismo tiempo, que sea disfrutado por todos. Algo más de treinta mil euros han llegado para poner en marcha el proyecto Monte Penide Prehistórico.
Es lo que nos queda a los vigueses, desplazarnos a otros lugares donde sí se toman en serio su pasado. Y eso que en Vigo el patrimonio es abrumador, tanto desde el punto de vista arqueológico, como etnográfico o también industrial. Esperemos que el derribo del restaurante El Castillo sea un punto de inflexión para enfocar otra política de promoción, protección y divulgación de los restos dejados por nuestros antepasados, cuando construyeron lo que hoy en día disfrutamos.
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