Viajeros al tren

VIGO

05 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ana Pastor me ganó esta semana como ministra de Fomento por subirse a un tren como el llamado Celta y decir que se puede hacer más con menos. Le doy la razón. Porque resulta admirable presentar una composición ferroviaria que se cae de vieja, subirse a ella y presentarla como un avance, en la línea entre Vigo y Oporto.

Si el tiempo de viaje se acorta es porque se han suprimido catorce paradas en el trayecto. Como el tren ya no se detiene, y por lo tanto empeora el servicio, tarda menos. Es la principal mejora que Lisboa y Madrid nos ofrecen para viajar más rápido entre ambas ciudades.

El nuevo Celta es un artefacto del siglo pasado. Los ferroviarios lo apodan El torpedo amarillo. Por eso ha sido conmovedor ver a toda una ministra subirse a semejante cosa. Mientras a otras ciudades llegan trenes Avant de última generación, que alcanzan los 250 kilómetros por hora, en Vigo inauguramos el ferrobús.

Tenemos, por tanto, consideración de ciudad subdesarrollada. A la que se envía la maquinaria vieja, que ya no quieren en ninguna parte. Aunque la presencia de la ministra, para inaugurar la línea, es de agradecer porque nos reconforta.

Es como cuando Angelina Jolie visita un poblado de Biafra. Salvando las distancias, por supuesto. Hay que reconocerle a Ana Pastor que se haya preocupado por el tema. Y que prometa que la línea mejorará en el futuro, con su electrificación. Suponemos que para entonces llegarán trenes más modernos.

Y aquí terminan los elogios. Porque lo que presentó el otro día como servicio ferroviario entre Vigo y Oporto sigue siendo muy deficiente. Lo único que se salva es el nombre, Celta y el de su versión de cercanías, Celtas Cortos.

Todo un ramalazo de ingenio.

eduardorolland@hotmail.com