El martes, en el Parlamento de Galicia, el PP votó a favor de que se devuelvan todos sus ahorros a los estafados por las preferentes. Son 85.100 pequeños ahorradores gallegos a los que las extintas cajas de ahorros les han birlado 1.819 millones de euros. Eran sus pequeñas huchas para afrontar momentos difíciles, como el actual. Dinero producto de una vida de trabajo.
Pero ese mismo martes, por la tarde, el mismo partido votó en las Cortes Generales en contra de una moción idéntica. Se hacen brindis al sol en Compostela y se aplica el rodillo en Madrid. El PP de Galicia pide que le devuelvan el dinero a los preferentistas. Y el PP del Estado, con sus diputados también gallegos, lo veta. Y apoya quitas que pueden superar el 90 por ciento.
Ante lo evidente del cachondeo, el PP alega que las preferentes fueron vendidas cuando gobernaba el PSOE. Y tienen razón. Porque se estafó a la gente en las mismas narices de la ministra Elena Salgado. Sin que ni ella ni el Banco de España dijesen ni mu. No sé si es peor que no se enteraron o que consintieron.
El caso es que el problema persiste cuando gobiernan los populares. Y a ellos corresponde solucionarlo. Pero, en lugar de hacerlo, votan una cosa por la mañana y otra distinta por la tarde. Luego se asombran de que la gente se asquee de sus políticos...
Claro que ya poco nos sorprende. Sobre todo, tras haber visto a Rafael Louzán con la camiseta de los preferentistas. El mismo político que los tachó de «comandos radicales» se hace luego la foto vestido de naranjito.
Hay que devolverle el dinero a los afectados por las preferentes. Que fueron engañados con productos tóxicos. Ellos no tienen por qué pagar la quiebra encubierta de las cajas. Pero no solo se lo niegan. Es que lo hacen con recochineo.
Hay que devolverle el dinero a los afectados por las preferentes
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